Hace tiempo que me viene a la mente Sísifo y su eterno castigo, del que no recuerdo si tenía alguna forma de escapar.
Según el mito, Sísifo fue obligado a empujar una piedra enorme cuesta arriba por una ladera empinada, pero antes de que alcanzase la cima de la colina la piedra siempre rodaba hacia abajo, y Sísifo tenía que empezar de nuevo desde el principio. Una y otra vez, por toda la eternidad.
No recuerdo el motivo que haya ameritado tal castigo, sólo recuerdo la desazón que me produjo la primera vez que oí ese mito.
La desazón de saber que haces un enorme esfuerzo en vano, como muchas de las cosas que he tenido que hacer en mi vida.
Voluntaria o involuntariamente hacemos enormes esfuerzos en vano, lo peor es que lo hacemos aún a sabiendas.
Inventamos razones si no las hay, creemos engañarnos y engañar al resto, pero al menos por mi parte, en la mayoría de los casos no le encuentro mayor sentido a eso.
Quizás el sentido sea ocupar nuestro tiempo y mantenernos distraídos de lo verdaderamente importante o porque no es fácil ponernos a pensar en si nuestras vidas tienen realmente algún sentido.