Nos encontramos después de mucho tiempo.
Me siento raro al ir a recogerte del terminal, tengo la absurda idea de que no me vas a reconocer.
No ha pasado tanto tiempo, no he cambiado tanto, al menos no físicamente.
Igual tú, estás igual de bonita que antes. Tus ojos, tu sonrisa, tus pecas.
Pecas, me gustan las pecas, me gustan tus ojos perfectamente enmarcados en tus marcadas cejas.
¿Dónde vamos? preguntas.
No sé, respondo. ¿Tienes hambre, quieres tomar algo?
Un café dices después de pensar un rato.
Ya, ¿dónde? pregunto.
En verdad que malo que soy para esto de las citas, hubiera planeado antes dónde ir, opciones de comida y bebida.
Felizmente cortas el silencio y propones una conocida cadena de café.
Listo, vamos entonces.
Durante el trayecto me cuentas sobre tu viaje, dónde vives ahora después de terminar con tu ex, me cuentas de tu nuevo trabajo.
Escucho atentamente y me preguntas ¿y qué es de tu vida? Sólo he hablado yo.
Digo no hay mucho que contar después de un breve silencio.
Mi trabajo es el mismo que tenía cuando dejamos de vernos, vivo en la misma casa.
Hacemos planes, ir al cine, ir a tomar algo, ir a comer.
El tiempo pasa rápido contigo, estoy entretenido.
No dejo de ver tus ojos mientras me hablas, presto atención a lo que me cuentas (lo que no es muy común en mí).
Llega la hora de llevarte a tu casa, no quiero que termine esta noche.
Me dices ya vamos, mañana tengo que trabajar. Yo también respondo.
Me sigues contando lo que ha pasado en tu vida durante estos años de ausencia.
Finalmente llegamos a tu nueva casa, bajamos del auto para despedirnos.
Te beso en la boca para sorpresa tuya, para sorpresa mía me respondes.
Hace tiempo que quería hacer esto te digo.
Sonríes dulcemente.
El rito - Soda Stereo