lunes, 21 de febrero de 2011

Por qué uso este nombre

Mi hermana es una de mis mejores amigas, hace algunos meses conversábamos sobre cómo te perciben las personas que están a tu alrededor. Hay algo que es muy cierto y no siempre reparamos en ello, una cosa es como eres tú y otra es como te percibe el resto. Yo le dije cómo la percibo y ella me dijo cómo me percibe. Introspectivo, taciturno, lacónico y melancólico. Sólo atiné a sonreir cuando terminó de hablar, no suena muy atractivo ni interesante le dije. Eres una de las personas más cercanas de mi entorno y tu opinión es válida, concluí la conversación mientras daba media vuelta rumbo a mi habitación.
Entre los libros a los que más regreso está El Lobo Estepario (de Hermann Hesse por si no lo han leído). Durante mucho tiempo me sentí y aún ahora me siento identificado con Harry Haller.
En más de una ocasión te identifico con Harry pues tenemos muchas cosas en común. Hace unos meses te envié unos pasajes y me respondiste una palabra: interesante.
¿Recuerdas esta frase? "Voy a jugar contigo a vida o muerte, (...) y quiero enseñarte mis cartas boca arriba antes de que empecemos a jugar."
Alguna de nuestras conversaciones fue similar a la de Harry y Armanda en el restaurante. La recuerdo mucho, tú eres olvidadiza y yo tengo buena memoria, en ese aspecto nos complementamos a la perfección.
Cuando beso tus delgados labios, cuando siento tu nariz fría, cuando veo tus grandes ojos chispeantes, puedo ver mi reflejo en ti. Nunca te lo dicho, pero supongo que lo debes haber notado. La gran sonrisa que muestro al verte no es mera casualidad.
Cuando nos conocimos hicimos un pacto, hasta ahora lo estamos cumpliendo y creo que lo seguiremos cumpliendo durante mucho tiempo más.
Lo que toca ahora es que me enseñes a bailar fox-trot y a jugar el juego de las figuras.

jueves, 3 de febrero de 2011

Aroma

Cada vez que llego a la casa me pides que te cargue, me abrazas muy fuerte y me pides que no te baje.
Te ríes cuando te hago cosquillas al comenzar a olerte. Quiero guardar tu olor en mi memoria.
Desde que naciste me gusta olerte, cuando recién naciste te hacía dormir sobre mi pecho.
En las madrugadas me levantaba a cambiarte, darte tu biberón y hacerte dormir. Me gustaba hacerlo, sentir tu pequeño cuerpo tibio, escuchar tus gorjeos, mecerte hasta que te duermas. No lo sabías, o quizás si, pero teníamos una ruta. Atravesábamos la sala y la cocina en sentido antihorario, dábamos vueltas un aproximado de 40 minutos.
Cuando te sentía profundamente dormida, te llevaba a tu cuna que estaba en el cuarto contiguo al mío. Verte dormir tan plácidamente me hacía sentir paz interior y el amor más grande que puedo ofrecer. Me quedaba parado al pie de tu cuna para observarte dormir. Sólo eso, verte dormir.
Te prometí que nunca nos separaríamos, pero lo hice. Algún día me reclamarás la promesa incumplida. Me reclamarás por qué me fui si te quiero tanto.
Porque te quiero tanto me fui, no quise que tengas como padre al hombre en que me estaba convirtiendo. No quise que veas peleas, no quise que veas mi peor versión.
Cuando regresé a la casa de mis padres, vestí a un peluche con tu ropa para sentir tu olor. Por mucho tiempo me seguía levantando de madrugada a la hora que me tocaba cambiarte, darte tu biberón y mecerte.
Pensaba en si tu mamá lo haría, recordaba que ella no te podía hacer dormir y me dejaba esa tarea a mí.
Eres lo mejor que me pasó en la vida. Quizás tenga otros hijos, pero ninguno será como tú. Tú eres la primera, nunca habrá otra como tú. Te pareces y no te pareces a mí. Para mí eres perfecta.

martes, 1 de febrero de 2011

Sonrisa

Uno de mis mejores amigos es dentista, él es el único amigo de mi época escolar que frecuento. Hace un buen tiempo, en una de las consultas, que son excusa perfecta para tener largas conversaciones, observó que mis dientes están más desgastados de lo que corresponde a mi edad y llegó a la conclusión de que mis dientes rechinan de noche.
Yo pensaba que eso sólo le pasaba a la gente que tiene parásitos, al menos eso se lo he escuchado decir muchas veces a mi mamá. No sé si será otro de los mitos urbanos que circulan porque hasta donde sé, yo no tengo parásitos pero mis dientes rechinan. De eso si estoy seguro.
Para evitar el desgaste, me hizo una férula con el molde de mis dientes. Cuando mi pequeña hija la vio, la cogió y comenzó a correr gritando "papá no dientes", "papá no dientes".
La verdad es que si tengo dientes, están completos, chuecos pero completos. Me siento como un boxeador cuando me coloco esa férula antes de dormir, pero es efectiva. Ya no se me ha vuelto a salir la mandíbula de su lugar, que era otra de las consecuencias del rechinar de mis dientes.
Cuando hace unos meses te conté que se me había salido la mandíbula de su sitio no pudiste aguantar la risa. Tu historia al respecto también es bastante graciosa y tampoco pude aguantar la risa.
Hace unas horas te pregunté si te gustaba mi sonrisa. Dijiste si me gusta, con tus dientes chuecos y todo, no se ve mal. Momentos antes me dijiste que nunca me habías visto triste, eso quiere decir que en el último año he estado en líneas generales contento y sonriente.
Hace algunos años me casé y estaba muy feliz. Un viejo amigo, al que no veo hace mucho tiempo, fue quien tomó las fotos. Al finalizar su trabajo me dijo, me haces sentir frustrado como fotógrafo. En todas las fotos sales con una mueca grotesca. Esa es mi sonrisa por si no te habías dado cuenta le respondí.
Otro de mis mejores amigos vivía por mi casa, cuando estudiaba en la universidad su casa era el punto de reunión. Siempre después de clases iba a buscarlo para escuchar música o tomar un trago. Normalmente esto último. En esa época aún no era abstemio. Una de esas visitas coincidió con el cumpleaños de su mamá o de su tía. No recuerdo bien. Como soy casi de la familia, me invitaron a quedarme. Después de un buen rato, una comensal que no recuerdo quien era preguntó quién es ese joven que no habla y no sonríe. Ese joven era yo como deben suponer. Esa noche la mamá de mi amigo en medio de todos me dijo tú no te ríes, tú te burlas. Y es cierto.
Hace varios años una compañera de trabajo que se sentaba a mi costado vio la marca que dejaron mis dientes en la manzana que comí esa tarde. Tu mordida parece la que dejaría un tiburón dijo. Cuando escuche eso, recordé aquel número de National Geographic de monstruos marinos prehistóricos con gigantescos colmillos y varias hileras de dientes (si mal no recuerdo es de la primera mitad del 2005). Sólo atiné a responder, lo tomaré por el lado amable y sonreí.
Hace varios años decidí nunca enderezarme los dientes. Muchas cosas se han dicho sobre mi sonrisa y mis dientes. Y no los voy a cambiar.