martes, 1 de febrero de 2011

Sonrisa

Uno de mis mejores amigos es dentista, él es el único amigo de mi época escolar que frecuento. Hace un buen tiempo, en una de las consultas, que son excusa perfecta para tener largas conversaciones, observó que mis dientes están más desgastados de lo que corresponde a mi edad y llegó a la conclusión de que mis dientes rechinan de noche.
Yo pensaba que eso sólo le pasaba a la gente que tiene parásitos, al menos eso se lo he escuchado decir muchas veces a mi mamá. No sé si será otro de los mitos urbanos que circulan porque hasta donde sé, yo no tengo parásitos pero mis dientes rechinan. De eso si estoy seguro.
Para evitar el desgaste, me hizo una férula con el molde de mis dientes. Cuando mi pequeña hija la vio, la cogió y comenzó a correr gritando "papá no dientes", "papá no dientes".
La verdad es que si tengo dientes, están completos, chuecos pero completos. Me siento como un boxeador cuando me coloco esa férula antes de dormir, pero es efectiva. Ya no se me ha vuelto a salir la mandíbula de su lugar, que era otra de las consecuencias del rechinar de mis dientes.
Cuando hace unos meses te conté que se me había salido la mandíbula de su sitio no pudiste aguantar la risa. Tu historia al respecto también es bastante graciosa y tampoco pude aguantar la risa.
Hace unas horas te pregunté si te gustaba mi sonrisa. Dijiste si me gusta, con tus dientes chuecos y todo, no se ve mal. Momentos antes me dijiste que nunca me habías visto triste, eso quiere decir que en el último año he estado en líneas generales contento y sonriente.
Hace algunos años me casé y estaba muy feliz. Un viejo amigo, al que no veo hace mucho tiempo, fue quien tomó las fotos. Al finalizar su trabajo me dijo, me haces sentir frustrado como fotógrafo. En todas las fotos sales con una mueca grotesca. Esa es mi sonrisa por si no te habías dado cuenta le respondí.
Otro de mis mejores amigos vivía por mi casa, cuando estudiaba en la universidad su casa era el punto de reunión. Siempre después de clases iba a buscarlo para escuchar música o tomar un trago. Normalmente esto último. En esa época aún no era abstemio. Una de esas visitas coincidió con el cumpleaños de su mamá o de su tía. No recuerdo bien. Como soy casi de la familia, me invitaron a quedarme. Después de un buen rato, una comensal que no recuerdo quien era preguntó quién es ese joven que no habla y no sonríe. Ese joven era yo como deben suponer. Esa noche la mamá de mi amigo en medio de todos me dijo tú no te ríes, tú te burlas. Y es cierto.
Hace varios años una compañera de trabajo que se sentaba a mi costado vio la marca que dejaron mis dientes en la manzana que comí esa tarde. Tu mordida parece la que dejaría un tiburón dijo. Cuando escuche eso, recordé aquel número de National Geographic de monstruos marinos prehistóricos con gigantescos colmillos y varias hileras de dientes (si mal no recuerdo es de la primera mitad del 2005). Sólo atiné a responder, lo tomaré por el lado amable y sonreí.
Hace varios años decidí nunca enderezarme los dientes. Muchas cosas se han dicho sobre mi sonrisa y mis dientes. Y no los voy a cambiar.

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