Después de muchos años me fumé mi último cigarrillo. No es la primera vez que he dejado de fumar durante algunos períodos de tiempo, pero esta es la primera vez que lo decido tras pensarlo un buen tiempo antes.
Adiós a nuestros cigarrillos diurnos y nocturnos, adiós a la cajetilla y media que me fumaba en el estadio, adiós a mis caminatas nocturnas con un cigarrillo en los labios.
Para cerrar este capítulo, debía buscar al viejo amigo con el que me fumé mi primer cigarrillo hace 20 años.
Recuerdo aquella tarde a la salida del colegio, en aquella época aún vendían cigarrillos a menores de edad (y con uniforme escolar), recuerdo las primeras pitadas y tosidas camino al paradero del omnibús que nos llevaba a casa. El de aquella vez fue un cigarrillo sin filtro de marca de soberano prehispánico.
Inicialmente fumaba cigarrillos que entraban al país de contrabando y de marcas desconocidas. Hasta que me quedé con una marca durante algunos años fumé Hamilton Light que si no me equivoco es de los más vendidos.
La relación tabaquera más larga que he tenido ha sido con Red Marlboro, unos 10 años o quizás algo más.
Nunca me gustaron los cigarrillos mentolados, me parece una gran mariconada que un hombre fume cigarrillos mentolados, si fumar un "light" ya se ve medio amanerado. Imagínate un mentolado, mejor es chupar un caramelo de menta o masticar un chicle del mismo sabor.
Nunca me gustaron los Lucky Strike, tampoco los Camel. El Winston Rojo me parecía un mediocre sustituto del Red Marlboro pero en los últimos dos años he fumado eventualmente esa marca.
Para cerrar el círculo te busqué en tu trabajo, fuimos a comer y pasamos por una estación de servicio. Compramos la cajetilla de Red Marlboro que fumamos a medias. El último cigarrilo en realidad fueron varios, pero eso no importa ya. Fue el fin de una era, ya no me verás caminando por la calle con mi mano derecha a la altura del pecho sosteniendo un cigarrillo humeante ni exhalar humo por la nariz.
Ya no tengo que esconder las cajetillas y el encendedor de mi hija. Por fin puedo mirarla a los ojos y decirle que fumar está mal. Me siento un poco mejor padre y hasta persona.
Y eso no tiene precio.
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