lunes, 7 de noviembre de 2011

Mamma mia

Definiste mi ideal estético femenino. Piel blanca, cabello negro, cejas marcadas, ojos pardos, nariz pequeña y respingada. Creo que tiene cierta lógica este ideal, eres la primera mujer que conocí.
Hace algún tiempo repitieron Mamma Mia en la televisión. No escucho Abba pero ese grupo me recuerda a ti cuando eras joven y yo niño.
Mientras vemos la película, recuerdo haber oido todas esas canciones y me transporto al pasado.
Pasábamos mucho tiempo juntos entonces. Te acompañaba al mercado y me comprabas un VW Escarabajo. Me gusta mucho ese auto, cambiaría el que tengo por un Escarabajo a ojos cerrados.
Veía con curiosidad los pollos muertos colgados cabeza abajo, recuerdo las galletas con sabor a naranja. Veíamos juntos los Beatles en dibujos animados mientras te acompañaba en la cocina.
Todo era mucho más simple en esa época.
Recuerdo tus lecturas, Emily Bronte, Alejandro Dumas, Isabel Allende. Me gusta conversar contigo, a veces me dicen que soy tu hijo favorito.
Creo que soy el hijo que más te conoce, te conozco más allá de tu rol de madre. Pienso que eso es diferente a ser tu favorito.
Yo no me siento tu favorito, tu persona favorita es mi pequeña hija. Coincidimos en eso. Como en tantas otras cosas.

viernes, 4 de noviembre de 2011

miércoles, 2 de noviembre de 2011

Como en los viejos tiempos

Me siento joven otra vez, me siento eufórico otra vez. Hace mucho tiempo que no me sentía así de bien conmigo mismo.
Después de mucho tiempo vuelvo a verte hermano, regresas con nuestro metalenguaje, nuestras historias, nuestros códigos. Estamos completos de nuevo los tres. Como antes. Como en los viejos tiempos.
Regresamos a las calles del viejo barrio, ya no están muchos de los viejos personajes, pero los que deben estar, estamos. Eso es lo que importa.
No te esperaba, te ví y pensé que eras un espectro o una visión, te abrazo fuerte para cerciorarme que esto es real.
Gracias por ser mi hermano, gracias por venir en el momento preciso.
Estoy sobrio pero me siento eufórico otra vez, manejo a toda velocidad para sentir el frío del viento golpeando mi cara. No tengo el convertible amarillo ni tampoco suena West End Girls mientras atravesamos la ciudad, pero esta noche es tal cual la soñamos.
No tengo ganas de dormir, esta semana he dormido cuatro horas por noche. Al diablo con el trabajo. Al fin y al cabo, el trabajo es para los que no tienen mejores cosas que hacer.
Como en los viejos tiempos. Así es como tenía que ser.

Calles

En mi vida puedo encontrar dos hechos que se repiten una y otra vez: tarde o temprano me tengo que tragar mis palabras y regreso sobre mis pasos aunque tenga la expresa intención de no hacerlo.
Siempre camino sin rumbo. Y hace algún volví al lugar donde te conocí. Volví pero ya no estabas ahí y sin ti, ya no tiene gracia ese lugar.
Recuerdo mis guiños, tu sonrisa cómplice y nuestros besos furtivos. No fueron muchos, pero recuerdo también nuestros desayunos a media mañana.
Me decías (o te decía) vamos a tomar un café; pero tú no puedes tomar café y a mí no me gusta el café. Me recuerdo mirándote sonriendo embobado mientras tomabas chocolate caliente (hasta en verano tienes frío) y yo dejaba que se enfríe el té (no soporto comidas ni bebidas calientes).
Vienen a mi memoria los cigarrillos, los chocolates, los paseos y las pastillas. Las compras para la casa y las gaseosas en el huarique de siempre.
Esas calles sin ti ya no tienen atractivo, ya no quiero volver a ellas, pero tarde o temprano regresaré sobre mis pasos. Eso es seguro.