En mi vida puedo encontrar dos hechos que se repiten una y otra vez: tarde o temprano me tengo que tragar mis palabras y regreso sobre mis pasos aunque tenga la expresa intención de no hacerlo.
Siempre camino sin rumbo. Y hace algún volví al lugar donde te conocí. Volví pero ya no estabas ahí y sin ti, ya no tiene gracia ese lugar.
Recuerdo mis guiños, tu sonrisa cómplice y nuestros besos furtivos. No fueron muchos, pero recuerdo también nuestros desayunos a media mañana.
Me decías (o te decía) vamos a tomar un café; pero tú no puedes tomar café y a mí no me gusta el café. Me recuerdo mirándote sonriendo embobado mientras tomabas chocolate caliente (hasta en verano tienes frío) y yo dejaba que se enfríe el té (no soporto comidas ni bebidas calientes).
Vienen a mi memoria los cigarrillos, los chocolates, los paseos y las pastillas. Las compras para la casa y las gaseosas en el huarique de siempre.
Esas calles sin ti ya no tienen atractivo, ya no quiero volver a ellas, pero tarde o temprano regresaré sobre mis pasos. Eso es seguro.
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