Esquiva, etérea, vaporosa, sutil, grácil. Así te defino.
No soy tu amigo, nunca lo seré. No eres mi amiga, nunca lo serás. Apenas sabes mi nombre y unas cuantas cosas de mí, como yo de ti.
Te conozco hace varios años, pero nunca hemos tenido una conversación fuera de la políticamente correcta cortesía.
Alguna vez te mencioné las circunstancias en las que nos conocimos pero no me dijiste nada, sólo sonreiste. Lo más probable es que no lo recuerdes, no creo que recuerdes al tipo muy flaco y muy pálido, de cabello desordenado y mirada huidiza que era en ese entonces.
Te veo pasar todos los días, bella y sonriente, con tus hermosos ojos verdes y tu sedoso cabello rubio como el sol, me saludas con tu dulce voz (me saludas a mí y a todos en realidad).
En todo el tiempo que te conozco, pasaron muchas cosas en mi vida. Tuve una fugaz relación con la persona más materialista que he conocido en mi vida, me enamoré y me casé, también me divorcié y conocí a Belladona.
Si habláramos tendrías mucho que contarme también, tu matrimonio que no fue, tus viajes y como dije, yo tendría mucho que contarte también.
Pero eso no pasará, somos muy diferentes, antitéticos. Es mejor así. Pienso que a veces es mejor observar de lejos, porque cuando ves de cerca, muy de cerca, las cosas no son como parecen ser.
De lejos siempre serás bonita, linda y dulce para mí.
No hay comentarios:
Publicar un comentario