Hoy escribo porque te extraño mucho, te extraño pero ya no puedo hacer nada para dejar de extrañarte. Nunca te volveré a ver, ni volveré a hablar contigo. Nunca volveré a escuchar tu ruidosa risa, sentir tus palmadas en mi espalda, ya no me darás tus heterodoxos consejos ni veremos juntos box, lucha libre ni fútbol.
No uso bigote como te lo prometí, pero sigo afiliado al partido político de tus apasionadas simpatías. Debo confesar que desde que comencé a votar, voto por ese partido, aún a pesar de que esté en las antípodas de mis reales simpatías políticas.
Hace unas semanas regresé a mi casa después de estar unas semanas fuera, días después mi mamá me dijo conforme pasan los años te pareces más a él. Tu barba y pelo crespos, tu frente (cada vez más) amplia, tu piel tostada por el sol, te vi y vi a mi papá dijo.
El recuerdo más lejano que tengo contigo es que yo corro la subida del pueblo y tu me cargas. Usabas la barba que yo no puedo usar en mi trabajo y tu sonora carcajada aún resuena. El recuerdo más lejano que tiene mi mamá de ti, eres tú a la edad que yo tengo actualmente.
Eras hincha de un equipo de fugaz paso por la primera división, uno de cuyos mayores logros fue cobijar las últimas luces de un ex mundialista que pasó por grandes equipos. Le cogiste cariño al equipo del que soy hincha y juntos veíamos los partidos que jugaba. Te alegrabas cuando me veías alegre y renegabas cuando me veías renegar.
Pasábamos horas hablando de novelas de bolsillo policiales y de vaqueros, veíamos box y lucha libre.
Me contabas historias de tu juventud, cuando el partido estaba fuera de la ley, viviste más de un golpe de estado y más de una dictadura.
Aprendí mucho contigo. Más de lo que aprendí en la universidad y de lo que me dicen mis amigos.
Eras al único al que le escuchaba consejos, si hubieras estado vivo, no me hubiera casado (en todo caso, no me hubiera casado con ella), pero te fuiste muy pronto y falto tiempo para que me transmitas todo lo que sabías.
Eras un hombre de pocas pulgas y la lisura era un sello tuyo. Me gusta parecerme a ti. Si había de parecerme a alguien, me alegra que sea a ti.
Huraño. Taciturno e introspectivo para algunos. Lúgubre y sórdido para otros.
lunes, 31 de enero de 2011
miércoles, 26 de enero de 2011
Outsider
Cuando te conocí, usabas una vieja casaca de cuero, un polo blanco viejo y gastado. Y unos jeans que hacía muchos años fueron azules. Tus viejos zapatones de obrero estaban pelados por el uso.
Me llamaste calabacito e hijito de papá por venir de un colegio privado, no conocer la teoría del caos y no estudiar becado. Sólo atiné a sonreir, por lo menos me dices lo que piensas de mí en mi cara pensé.
Las redes sociales me causan gracia, las usamos (porque yo también pertenezco a una) para vender al mundo un personaje. El excéntrico, el amigable, el pensador, el hombre dedicado a su familia, la mujer enamorada, el hombre transparente. Tantos personajes como personas existen.
Hace algunos años te vi por última vez. Viste el aro en mi mano derecha (y a mi esposa embarazada) y riendo aparotasamente me dijiste te vendiste al sistema, te vendiste al sistema, eres un hombre formal.
No sé si mi esposa no lo oyó o de puro milagro no le vinieron contracciones pero se apartó y me dejó a solas con él.
Eras el hombre más misógino que he conocido, sólo ibas a los lugares más subterráneos de la ciudad, odiabas (aún más que yo) las fiestas bulliciosas y el ritual de conquista. Criticabas ácidamente la sociedad clasemediera de nuestra chata ciudad.
La última vez que me hablaste, fue cuando me llamaste por teléfono, no sé cómo lo conseguiste, pero en fin, ahí estaba yo hablando contigo un sábado por la tarde sin planes (para variar). Me llamaste por mi apellido como acostumbrabas hacer en aquellos lejanos tiempos. Me dijiste vamos a la discoteca más cara de la ciudad a tomarnos un whiskey (¿así se escribe?) porque ya no tomas cerveza como yo. A lo sumo, tomas vino dijiste. Sigues siendo del populacho respondiste cuando te dije no tengo ni plata ni ganas de ir a esa discoteca. La verdad así tenga un millón de dólares para gastar, no lo gastaría en ir a esos lugares.
No recuerdo que más te dije o si te mande a volar, lo único que recuerdo es que hace algunos meses te vi en una red social. Tienes una relación con una chica que publica todo los días frases empalagosas sobre ti, por las fotos veo que sigues yendo a las discotecas exclusivas de moda. No puedes llevarla a donde ibas cuando te conocí. No sería propio, ahora eres un hombre de mediano éxito que mantiene un estatus de vida.
Me gustaría verte y decirte lo mismo: te has vendido al sistema. Repetirte tus absurdas frases cliché de antaño delante de tu novia y ver tu reacción. Y la de ella también. ¿A cuál Outsider conoció ella? ¿Qué personaje le vendiste? Todos vendemos un personaje, eso ahora lo tengo claro.
Me llamaste calabacito e hijito de papá por venir de un colegio privado, no conocer la teoría del caos y no estudiar becado. Sólo atiné a sonreir, por lo menos me dices lo que piensas de mí en mi cara pensé.
Las redes sociales me causan gracia, las usamos (porque yo también pertenezco a una) para vender al mundo un personaje. El excéntrico, el amigable, el pensador, el hombre dedicado a su familia, la mujer enamorada, el hombre transparente. Tantos personajes como personas existen.
Hace algunos años te vi por última vez. Viste el aro en mi mano derecha (y a mi esposa embarazada) y riendo aparotasamente me dijiste te vendiste al sistema, te vendiste al sistema, eres un hombre formal.
No sé si mi esposa no lo oyó o de puro milagro no le vinieron contracciones pero se apartó y me dejó a solas con él.
Eras el hombre más misógino que he conocido, sólo ibas a los lugares más subterráneos de la ciudad, odiabas (aún más que yo) las fiestas bulliciosas y el ritual de conquista. Criticabas ácidamente la sociedad clasemediera de nuestra chata ciudad.
La última vez que me hablaste, fue cuando me llamaste por teléfono, no sé cómo lo conseguiste, pero en fin, ahí estaba yo hablando contigo un sábado por la tarde sin planes (para variar). Me llamaste por mi apellido como acostumbrabas hacer en aquellos lejanos tiempos. Me dijiste vamos a la discoteca más cara de la ciudad a tomarnos un whiskey (¿así se escribe?) porque ya no tomas cerveza como yo. A lo sumo, tomas vino dijiste. Sigues siendo del populacho respondiste cuando te dije no tengo ni plata ni ganas de ir a esa discoteca. La verdad así tenga un millón de dólares para gastar, no lo gastaría en ir a esos lugares.
No recuerdo que más te dije o si te mande a volar, lo único que recuerdo es que hace algunos meses te vi en una red social. Tienes una relación con una chica que publica todo los días frases empalagosas sobre ti, por las fotos veo que sigues yendo a las discotecas exclusivas de moda. No puedes llevarla a donde ibas cuando te conocí. No sería propio, ahora eres un hombre de mediano éxito que mantiene un estatus de vida.
Me gustaría verte y decirte lo mismo: te has vendido al sistema. Repetirte tus absurdas frases cliché de antaño delante de tu novia y ver tu reacción. Y la de ella también. ¿A cuál Outsider conoció ella? ¿Qué personaje le vendiste? Todos vendemos un personaje, eso ahora lo tengo claro.
martes, 18 de enero de 2011
Mal aspecto
Más de una vez me has dicho que te parece de muy mal aspecto que un hombre camine por la casa con el torso desnudo. Y que te molestaría que yo camine así por la casa que compartiríamos de vivir juntos.
Pero cómo sería vivir contigo no es el motivo para escribir hoy, estoy contento porque vino mi hermano menor después de varios meses sin vernos. Hicimos lo de siempre: parrillada, tomar cerveza y ver fútbol.
Para variar, tengo calor y me quito la camiseta de mi equipo favorito y comenzamos a prender la parrilla, poner la carne y todo lo demás.
Me gusta hablar con él, soy 5 años mayor que él, pero ya no se nota mucho la diferencia como cuando éramos niños.
Hace años me dijo que yo era su mejor amigo y su referente a seguir. Por poco lloro de la emoción, normalmente nadie me diría algo así, no me considero ejemplo de nadie, ando metiéndome en problemas todo el tiempo. Verte feliz con tu esposa embarazada y tu hijo me pone feliz.
Recordamos campeonatos pasados y jugadores del ayer, la primera vez que te llevé al estadio a escondidas de mi mamá, cuando nos cruzamos con una banda rival y tuvimos que coger piedras para ahuyentarlos, cuando puse el cuerpo para que me golpeen a mí y no a ti, el primer campeonato que vivimos juntos. Tantas anécdotas e historias que reviviremos la próxima vez que vayamos juntos a la vieja cancha de nuestro club. La emoción sigue siendo la misma que cuando éramos chicos, pero ahora iremos con tu hijo y con mi hija.
Se parecen mucho a nosotros, también viven y respiran fútbol.
Me pregunto qué me dirías si me ves sin camiseta, con una cerveza en la mano y un cigarrillo en los labios mientras atizamos el fuego.
Lo que se me ocurre es que gritarías mi nombre completo seguido de eres un malaspectoso, que horror.
Todo dicho en el tono de Nana Fine que sacas cuando te molestas conmigo. Eres un malaspectoso, no se puede contigo.
Pero cómo sería vivir contigo no es el motivo para escribir hoy, estoy contento porque vino mi hermano menor después de varios meses sin vernos. Hicimos lo de siempre: parrillada, tomar cerveza y ver fútbol.
Para variar, tengo calor y me quito la camiseta de mi equipo favorito y comenzamos a prender la parrilla, poner la carne y todo lo demás.
Me gusta hablar con él, soy 5 años mayor que él, pero ya no se nota mucho la diferencia como cuando éramos niños.
Hace años me dijo que yo era su mejor amigo y su referente a seguir. Por poco lloro de la emoción, normalmente nadie me diría algo así, no me considero ejemplo de nadie, ando metiéndome en problemas todo el tiempo. Verte feliz con tu esposa embarazada y tu hijo me pone feliz.
Recordamos campeonatos pasados y jugadores del ayer, la primera vez que te llevé al estadio a escondidas de mi mamá, cuando nos cruzamos con una banda rival y tuvimos que coger piedras para ahuyentarlos, cuando puse el cuerpo para que me golpeen a mí y no a ti, el primer campeonato que vivimos juntos. Tantas anécdotas e historias que reviviremos la próxima vez que vayamos juntos a la vieja cancha de nuestro club. La emoción sigue siendo la misma que cuando éramos chicos, pero ahora iremos con tu hijo y con mi hija.
Se parecen mucho a nosotros, también viven y respiran fútbol.
Me pregunto qué me dirías si me ves sin camiseta, con una cerveza en la mano y un cigarrillo en los labios mientras atizamos el fuego.
Lo que se me ocurre es que gritarías mi nombre completo seguido de eres un malaspectoso, que horror.
Todo dicho en el tono de Nana Fine que sacas cuando te molestas conmigo. Eres un malaspectoso, no se puede contigo.
lunes, 17 de enero de 2011
Trigger
Un trigger (o disparador) es un procedimiento que se ejecuta cuando se cumple una condición establecida al realizar una operación de inserción, actualización o borrado. Esta es la definición que aparece en Wikipedia.
No me gustan las computadoras ni los sistemas, pero trabajo en programación. Una programación rudimentaria, pero programación al fin y al cabo.
Hoy no escribiré sobre ti, sino sobre quien estuvo antes de ti.
Tú disparaste mi separación, no eres responsable de ella, pero la disparaste. Contigo cambiamos las condiciones en las que nos veíamos, cambiamos la forma cómo nos tratábamos, cambiamos nuestros planes, aceptaste las condiciones dadas. O al menos eso me dijiste y yo te creí.
Estuviste ahí aunque no estuvieras físicamente, fuiste testigo de cómo se quebraba mi proyecto de vida.
Fuiste la primera, o a lo más la segunda persona, que supo que ella me había pedido que me vaya de la casa definitivamente y que yo había aceptado irme.
Sentí el dolor de separarme de mi hija, la única persona que tiene garantizado mi amor incondicional pase lo que pase y haga lo que haga. Por otro lado, la ilusión de que podíamos comenzar un nuevo proyecto juntos. Juntos, tal y como lo hablamos hace varios años, cuando recién te conocí. La oportunidad de reescribir la historia, de terminar la historia que dejamos trunca por terceros.
Nunca sabré que pasó por tu cabeza ni la primera ni la segunda vez. Quizás miedo, quizás sólo fueron palabras edulcoradas para matar el tiempo, quizás nunca me creiste cuando te dije que no iba a volver con ella, quizás nunca me creíste cuando te decía que te quería.
No quiero problemas dijiste, regresa con tu esposa, ella te quiere y es buena. Tienes que volver a tu casa, no seas estúpido, sentenciaste.
Sólo te fuiste y desapareciste, dijiste que me aleje de ti y lo hice. Me dejaste solo en el momento más duro de mi vida, pero desempeñaste bien tu rol.
Tu rol era ser el trigger, nada más que eso. Disparar la separación y mi divorcio. Después de escribir esto, ya me queda claro.
Todo pasa por algo repetías cada vez que hablábamos y quizás tengas razón.
No me gustan las computadoras ni los sistemas, pero trabajo en programación. Una programación rudimentaria, pero programación al fin y al cabo.
Hoy no escribiré sobre ti, sino sobre quien estuvo antes de ti.
Tú disparaste mi separación, no eres responsable de ella, pero la disparaste. Contigo cambiamos las condiciones en las que nos veíamos, cambiamos la forma cómo nos tratábamos, cambiamos nuestros planes, aceptaste las condiciones dadas. O al menos eso me dijiste y yo te creí.
Estuviste ahí aunque no estuvieras físicamente, fuiste testigo de cómo se quebraba mi proyecto de vida.
Fuiste la primera, o a lo más la segunda persona, que supo que ella me había pedido que me vaya de la casa definitivamente y que yo había aceptado irme.
Sentí el dolor de separarme de mi hija, la única persona que tiene garantizado mi amor incondicional pase lo que pase y haga lo que haga. Por otro lado, la ilusión de que podíamos comenzar un nuevo proyecto juntos. Juntos, tal y como lo hablamos hace varios años, cuando recién te conocí. La oportunidad de reescribir la historia, de terminar la historia que dejamos trunca por terceros.
Nunca sabré que pasó por tu cabeza ni la primera ni la segunda vez. Quizás miedo, quizás sólo fueron palabras edulcoradas para matar el tiempo, quizás nunca me creiste cuando te dije que no iba a volver con ella, quizás nunca me creíste cuando te decía que te quería.
No quiero problemas dijiste, regresa con tu esposa, ella te quiere y es buena. Tienes que volver a tu casa, no seas estúpido, sentenciaste.
Sólo te fuiste y desapareciste, dijiste que me aleje de ti y lo hice. Me dejaste solo en el momento más duro de mi vida, pero desempeñaste bien tu rol.
Tu rol era ser el trigger, nada más que eso. Disparar la separación y mi divorcio. Después de escribir esto, ya me queda claro.
Todo pasa por algo repetías cada vez que hablábamos y quizás tengas razón.
domingo, 16 de enero de 2011
Belladona
Alguna vez nos preguntamos qué somos. No lo sé y tú tampoco. Tampoco sabemos qué seremos, aunque a veces hemos imaginado un futuro juntos.
Desde que te conocí, te traje problemas. No me he dado cuenta, quizás tú también me los trajiste a mí, pero no me importa. Aún quedan cartas por jugar y mantengo mi apuesta.
Belladona. Esa palabra me viene a la mente hace algunos días. Así que me decido y leo sobre esta planta y me entero de que contiene alcaloides que la convierten en una planta venenosa y que mal administrada puede provocar un coma o la muerte.
¿Estaré intoxicado de ti? Será que todo lo que siento es un delirio o alucinación.
¿Apareces y desapareces para controlar mi dosis? Será que tú ya sabías que ibas a causar este efecto en mi.
Desde que te conocí, te traje problemas. No me he dado cuenta, quizás tú también me los trajiste a mí, pero no me importa. Aún quedan cartas por jugar y mantengo mi apuesta.
Belladona. Esa palabra me viene a la mente hace algunos días. Así que me decido y leo sobre esta planta y me entero de que contiene alcaloides que la convierten en una planta venenosa y que mal administrada puede provocar un coma o la muerte.
¿Estaré intoxicado de ti? Será que todo lo que siento es un delirio o alucinación.
¿Apareces y desapareces para controlar mi dosis? Será que tú ya sabías que ibas a causar este efecto en mi.
jueves, 13 de enero de 2011
Me gustas más molesta
Estoy molesta. Deja de reirte. Hoy en la mañana recordé lo último que me dijiste cuando nos vimos. Cuando me llamas por mi nombre completo sé que estás molesta, pero aún así no puedo dejar de reirme. No lo hago con afán de burlarme de tí. Siempre me río cuando me descubren o confieso algo que no debería confesar y termino en aprietos.
Hace mucho años, una persona muy querida me dijo: Tú no te ríes, tú te burlas. Quizás recuerdas que te conté eso y crees que me puedo estar burlando de ti. No es así, por lo menos no me burlo de ti. De la gran mayoría si me burlo, no lo voy a negar, pero de ti no me burlo.
La mueca que haces cuando estas molesta, hace que me gustes más, te molestas y me dan más ganas de abrazarte y besarte. Te veo aún más linda y me gustas aún más.
No te veo desde entonces, no creo que tenga algo que ver tu enfado de ese momento. A veces desapareces. Te extraño y espero que reaparezcas pronto para volver a reirnos juntos, escuchar tu voz, sentir tu nariz fría y tus labios dulces, abrazarte y apretar fuerte tu pequeño y frágil cuerpo hasta que digas ¡ouch!
Y volvamos a nuestra rutina. Hiciste que me gusten las rutinas. Por lo menos una.
Hace mucho años, una persona muy querida me dijo: Tú no te ríes, tú te burlas. Quizás recuerdas que te conté eso y crees que me puedo estar burlando de ti. No es así, por lo menos no me burlo de ti. De la gran mayoría si me burlo, no lo voy a negar, pero de ti no me burlo.
La mueca que haces cuando estas molesta, hace que me gustes más, te molestas y me dan más ganas de abrazarte y besarte. Te veo aún más linda y me gustas aún más.
No te veo desde entonces, no creo que tenga algo que ver tu enfado de ese momento. A veces desapareces. Te extraño y espero que reaparezcas pronto para volver a reirnos juntos, escuchar tu voz, sentir tu nariz fría y tus labios dulces, abrazarte y apretar fuerte tu pequeño y frágil cuerpo hasta que digas ¡ouch!
Y volvamos a nuestra rutina. Hiciste que me gusten las rutinas. Por lo menos una.
miércoles, 12 de enero de 2011
No sé qué hago aquí
Arranco hoja tras hoja de mi cuaderno y a cada hoja la rompo en pequeños pedazos. Deben ser alrededor de las 11 de la mañana, me pregunto qué es lo que hago aquí si tengo cosas más interesantes por hacer.
Sin darme cuenta el pequeño montoncito de papel picado va creciendo y creciendo. Hay un viejo profesor hablando de los inicios de la república, pienso en lo asquerosa que me parece la república actual y si esa época habrá sido tan épica y heroica como la pintan.
Lo peor de todo, es que sí me gusta la historia, siempre me ha gustado, pero no como me la vende este viejo profesor.
Mi compañero de al lado sonríe al ver como el montón de papel picado ya cubre mi pupitre, absorto en mi tarea, sigo picando papel. ¿Cuánto tiempo tomará picar una guía telefónica en papeles pequeños?
No soy argentino, pero me viene a la mente la imagen de la salida a la cancha de Argentina en la final del mundial de 1978, el papel picado cubriendo las tribunas y la cancha, la celebración del Matador Kempes corriendo con los brazos abiertos, no puedo aguantar más la emoción y tiro el papel picado al patio, la brisa se lleva suavemente el papel picado. Trato de ver la trayectoria de cada papel, escucho la voz del viejo profesor gritando mi nombre. Una vez más pienso no sé que hago aquí.
Han pasado 16 años desde esa mañana, hoy estoy sentado en mi trabajo y pienso lo mismo: no sé que hago aquí.
Sin darme cuenta el pequeño montoncito de papel picado va creciendo y creciendo. Hay un viejo profesor hablando de los inicios de la república, pienso en lo asquerosa que me parece la república actual y si esa época habrá sido tan épica y heroica como la pintan.
Lo peor de todo, es que sí me gusta la historia, siempre me ha gustado, pero no como me la vende este viejo profesor.
Mi compañero de al lado sonríe al ver como el montón de papel picado ya cubre mi pupitre, absorto en mi tarea, sigo picando papel. ¿Cuánto tiempo tomará picar una guía telefónica en papeles pequeños?
No soy argentino, pero me viene a la mente la imagen de la salida a la cancha de Argentina en la final del mundial de 1978, el papel picado cubriendo las tribunas y la cancha, la celebración del Matador Kempes corriendo con los brazos abiertos, no puedo aguantar más la emoción y tiro el papel picado al patio, la brisa se lleva suavemente el papel picado. Trato de ver la trayectoria de cada papel, escucho la voz del viejo profesor gritando mi nombre. Una vez más pienso no sé que hago aquí.
Han pasado 16 años desde esa mañana, hoy estoy sentado en mi trabajo y pienso lo mismo: no sé que hago aquí.
lunes, 3 de enero de 2011
No soy de aquí, ni soy de allá
Aprovecho el nuevo año para irme de viaje sin rumbo definido. Estoy cerca del mar que tanto te gusta, aquí a toda comida la sirven con lentejas (aquellas viejas enemigas tuyas), la brisa desordena mi pelo y me recuerda tu desordenado cabello, mis compañeros de viaje cantan canciones que hemos escuchado juntos.
Camino paralelo a la orilla, me sumerjo en el mar de noche a la luz de la luna, escribo palabras sin sentido en la arena.
Unos días más y volveré a mi rutina, pero dentro de esa rutina estás tú. Ahora le encuentro sentido a cabalidad a la frase que más de una vez me has repetido: me gustan las rutinas. Y sí, a mi también me gustan las rutinas.
Camino paralelo a la orilla, me sumerjo en el mar de noche a la luz de la luna, escribo palabras sin sentido en la arena.
Unos días más y volveré a mi rutina, pero dentro de esa rutina estás tú. Ahora le encuentro sentido a cabalidad a la frase que más de una vez me has repetido: me gustan las rutinas. Y sí, a mi también me gustan las rutinas.
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