Aprovecho el nuevo año para irme de viaje sin rumbo definido. Estoy cerca del mar que tanto te gusta, aquí a toda comida la sirven con lentejas (aquellas viejas enemigas tuyas), la brisa desordena mi pelo y me recuerda tu desordenado cabello, mis compañeros de viaje cantan canciones que hemos escuchado juntos.
Camino paralelo a la orilla, me sumerjo en el mar de noche a la luz de la luna, escribo palabras sin sentido en la arena.
Unos días más y volveré a mi rutina, pero dentro de esa rutina estás tú. Ahora le encuentro sentido a cabalidad a la frase que más de una vez me has repetido: me gustan las rutinas. Y sí, a mi también me gustan las rutinas.
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