Han pasado 16 años desde la última vez que la histórica celeste no sube al podio de campeón.
Recuerdo aquel ya lejano domingo 23 de julio de 1995, contigo a mi lado, tú querías que gane Brasil y yo quería que gane Uruguay, era el día de la gran final.
Habíamos visto juntos varios partidos de esa Copa América dejando las tareas escolares de lado (yo te hacía las de matemáticas y tú me hacías las de física) y la final no podía ser la excepción, teníamos que verla juntos.
Aquella tarde después de almorzar frugalmente, fui a tu casa que quedaba a unas cuadras de la mía. Tenga grabada la imagen de tu bella sonrisa enmarcada en la ventana del cuarto que compartías con tu hermana. Recuerdo con cariño a esa selección del Príncipe Francescoli, Daniel Fonseca, Gustavo Poyet, el Profesor Bengoechea y el Manteca Martínez. Francescoli es uno de mis ídolos futbolísticos, en algún momento contaré por qué, este es el momento de la Copa.
Ahora los héroes son Cachavacha Forlán, Luisito Suárez, el Ruso Pérez, Fernando Muslera y otros más.
Recuerdo tu sorpresa al oir las groserías que dije cuando Tulio metió el primer gol y también mi salto hasta el techo cuando el Profesor Bengoechea cobró el tiro libre que le dió a la Celeste el empate.
"Te lo dije, te lo dije...te dije que esa bola entraba, el Profesor no podía fallar" grité antes de abrazar tu pequeño y frágil cuerpo y besarte tantas, tantas veces.
Vimos la definición por penales tomados de las manos, tu pequeña mano encajaba perfectamente en mi manota de Pedro Picapiedra.
El penal del Manteca Martínez fue el éxtasis total, Uruguay empató a Argentina la cantidad de Copas América en el Centenario, ante Brasil en una definición por penales, a la uruguaya.
Ayer mientras veía la final con mi primo, no hacía más que recordarte, de rato en rato escuchaba los goles. No recuerdo el gol de Luisito Suárez, tampoco los de Forlán, pero recuerdo la comba perfecta del tiro libre de Bengoechea en el arco que está frente a la Colombes.
Hace mucho que no te veo, sé que tienes una hija que se llama como la mía y que eres feliz. Me alegra mucho eso, pero donde quiera que estés, a través de estas líneas que posiblemente nunca leas, quiero decirte lo mucho que te quise, fuiste la primera y la mejor. Sin ninguna duda fuiste la primera y la mejor para mí.
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