"Obra sólo de forma que puedas desear que la máxima de tu acción se convierta en una ley universal" (Immanuel Kant)
Esta semana recuerdo mis lecturas de Kant durante aquellos, cada vez más lejanos, años de estudiante.
Debería pensar en cómo cerramos el año en la empresa en que trabajo, pero para no perder la costumbre, mientras trabajo pienso en cosas que no tienen nada que ver.
Me gustaría hoy, tanto como en aquellos tiempos de estudiante, encontrar la moral fundamental y absoluta que deba cumplir en toda situación y circunstancia.
Hasta ahora no encuentro el llamado imperativo categórico y probablemente nunca lo encuentre.
No me gusta ser relativista, pero mi conducta dice otra cosa. Soy contradictorio, algunos dicen que inconsistente, yo prefiero definirlo como contingente.
Una de las lecciones que he aprendido durante mi vida, es que una cosa es lo que uno quiere hacer, otra diferente lo que debe hacer y otra cosa es lo que terminamos haciendo.
Esto me queda claro después de la última vez que hablamos.
Huraño. Taciturno e introspectivo para algunos. Lúgubre y sórdido para otros.
jueves, 29 de diciembre de 2011
miércoles, 28 de diciembre de 2011
Felices Fiestas
Navidad y Año Nuevo. Momentos especiales para la mayoría. Momentos de planes, unión, balance de fin de año. Desde que tengo uso de razón no me gustan estas fechas, la euforia circundante me nubla aún más y me siento más lúgubre y melancólico que de costumbre.
Uno hace planes, se plantea metas por cumplir y cambios por realizar. Al final del año veo que no cumplí mis metas así como tampoco mis planes.
Si, en el momento previo a la llegada de un nuevo año me contagio de la euforia y pido un deseo que normalmente no se cumple porque es algo que está fuera de mis posibilidades poder cumplir (como que el equipo de fútbol del que soy hincha sea campeón).
Días antes pienso, en que las fechas son construcciones humanas, definimos el 1ero de enero como inicio del año, pero hubiéramos podido escoger el 1ero de marzo o el 17 de agosto. Existen calendarios diferentes como el judío, islámico, chino y el maya (con el fin del mundo incluido) entre otros.
No debería sentirme más lúgubre y melancólico como tampoco debería sentirme eufórico y ansioso, es un día más al que acordamos ponerle un nombre especial.
Un nuevo comienzo, un nuevo intento, me viene a la mente el concepto de eterno retorno de Nietzsche. Libramos una lucha eterna pero futil porque volvemos al mismo estado inicial, al mismo punto de partida.
La historia se repite y el futuro es ninguno reza una vieja canción que canturreo en estos días. Más que en otros.
Uno hace planes, se plantea metas por cumplir y cambios por realizar. Al final del año veo que no cumplí mis metas así como tampoco mis planes.
Si, en el momento previo a la llegada de un nuevo año me contagio de la euforia y pido un deseo que normalmente no se cumple porque es algo que está fuera de mis posibilidades poder cumplir (como que el equipo de fútbol del que soy hincha sea campeón).
Días antes pienso, en que las fechas son construcciones humanas, definimos el 1ero de enero como inicio del año, pero hubiéramos podido escoger el 1ero de marzo o el 17 de agosto. Existen calendarios diferentes como el judío, islámico, chino y el maya (con el fin del mundo incluido) entre otros.
No debería sentirme más lúgubre y melancólico como tampoco debería sentirme eufórico y ansioso, es un día más al que acordamos ponerle un nombre especial.
Un nuevo comienzo, un nuevo intento, me viene a la mente el concepto de eterno retorno de Nietzsche. Libramos una lucha eterna pero futil porque volvemos al mismo estado inicial, al mismo punto de partida.
La historia se repite y el futuro es ninguno reza una vieja canción que canturreo en estos días. Más que en otros.
jueves, 1 de diciembre de 2011
El largo adiós
"Hasta la vista, amigo. No le digo adiós. Se lo dije cuando tenía algún significado. Se lo
dije cuando era triste, solitario y final."
Philip Marlowe en El largo adiós de Raymond ChandlerHace algún tiempo haciendo las compras en un supermercado, encontré un libro cuyo título me llamó mucho la atención: Triste, solitario y final. Suena como mi descripción pensé y me dispuse a comprarlo.
Anteriormente ya había leído algo de Osvaldo Soriano y tengo un buen concepto de su obra, así que aprovechando que estaba de remate (junto con una ruma de libros de autores impresentables) lo compré y algunas semanas después comencé a leerlo.
Nunca me he sabido despedir, no sé qué decir. La elocuencia no es una de mis virtudes.
Aunque a decir verdad, aun en circunstancias normales no sé qué decir.
Con menor razón puedo saber qué decir en una situación privilegiada como una despedida. Creo que hasta una despedida puede convertirse en un momento perfecto si se leen los signos anunciadores de una situación privilegiada.
Si en algún momento me tengo que despedir de ti, espero poder despedirnos con una frase memorable. Las cosas que uno hace debe hacerlas con estilo me dijeron alguna vez.
No soy Phillip Marlowe pero espero que alguna frase brillante se me ocurra de darse ese momento.
lunes, 7 de noviembre de 2011
Mamma mia
Definiste mi ideal estético femenino. Piel blanca, cabello negro, cejas marcadas, ojos pardos, nariz pequeña y respingada. Creo que tiene cierta lógica este ideal, eres la primera mujer que conocí.
Hace algún tiempo repitieron Mamma Mia en la televisión. No escucho Abba pero ese grupo me recuerda a ti cuando eras joven y yo niño.
Mientras vemos la película, recuerdo haber oido todas esas canciones y me transporto al pasado.
Pasábamos mucho tiempo juntos entonces. Te acompañaba al mercado y me comprabas un VW Escarabajo. Me gusta mucho ese auto, cambiaría el que tengo por un Escarabajo a ojos cerrados.
Veía con curiosidad los pollos muertos colgados cabeza abajo, recuerdo las galletas con sabor a naranja. Veíamos juntos los Beatles en dibujos animados mientras te acompañaba en la cocina.
Todo era mucho más simple en esa época.
Recuerdo tus lecturas, Emily Bronte, Alejandro Dumas, Isabel Allende. Me gusta conversar contigo, a veces me dicen que soy tu hijo favorito.
Creo que soy el hijo que más te conoce, te conozco más allá de tu rol de madre. Pienso que eso es diferente a ser tu favorito.
Yo no me siento tu favorito, tu persona favorita es mi pequeña hija. Coincidimos en eso. Como en tantas otras cosas.
Hace algún tiempo repitieron Mamma Mia en la televisión. No escucho Abba pero ese grupo me recuerda a ti cuando eras joven y yo niño.
Mientras vemos la película, recuerdo haber oido todas esas canciones y me transporto al pasado.
Pasábamos mucho tiempo juntos entonces. Te acompañaba al mercado y me comprabas un VW Escarabajo. Me gusta mucho ese auto, cambiaría el que tengo por un Escarabajo a ojos cerrados.
Veía con curiosidad los pollos muertos colgados cabeza abajo, recuerdo las galletas con sabor a naranja. Veíamos juntos los Beatles en dibujos animados mientras te acompañaba en la cocina.
Todo era mucho más simple en esa época.
Recuerdo tus lecturas, Emily Bronte, Alejandro Dumas, Isabel Allende. Me gusta conversar contigo, a veces me dicen que soy tu hijo favorito.
Creo que soy el hijo que más te conoce, te conozco más allá de tu rol de madre. Pienso que eso es diferente a ser tu favorito.
Yo no me siento tu favorito, tu persona favorita es mi pequeña hija. Coincidimos en eso. Como en tantas otras cosas.
viernes, 4 de noviembre de 2011
Stereophonics
Desde hace algún tiempo estoy escuchando a este buen grupo y les paso esta canción que me da vueltas en la cabeza.
http://www.youtube.com/watch?v=SzBJQnD7TRM&feature=related
http://www.youtube.com/watch?v=SzBJQnD7TRM&feature=related
miércoles, 2 de noviembre de 2011
Como en los viejos tiempos
Me siento joven otra vez, me siento eufórico otra vez. Hace mucho tiempo que no me sentía así de bien conmigo mismo.
Después de mucho tiempo vuelvo a verte hermano, regresas con nuestro metalenguaje, nuestras historias, nuestros códigos. Estamos completos de nuevo los tres. Como antes. Como en los viejos tiempos.
Regresamos a las calles del viejo barrio, ya no están muchos de los viejos personajes, pero los que deben estar, estamos. Eso es lo que importa.
No te esperaba, te ví y pensé que eras un espectro o una visión, te abrazo fuerte para cerciorarme que esto es real.
Gracias por ser mi hermano, gracias por venir en el momento preciso.
Estoy sobrio pero me siento eufórico otra vez, manejo a toda velocidad para sentir el frío del viento golpeando mi cara. No tengo el convertible amarillo ni tampoco suena West End Girls mientras atravesamos la ciudad, pero esta noche es tal cual la soñamos.
No tengo ganas de dormir, esta semana he dormido cuatro horas por noche. Al diablo con el trabajo. Al fin y al cabo, el trabajo es para los que no tienen mejores cosas que hacer.
Como en los viejos tiempos. Así es como tenía que ser.
Después de mucho tiempo vuelvo a verte hermano, regresas con nuestro metalenguaje, nuestras historias, nuestros códigos. Estamos completos de nuevo los tres. Como antes. Como en los viejos tiempos.
Regresamos a las calles del viejo barrio, ya no están muchos de los viejos personajes, pero los que deben estar, estamos. Eso es lo que importa.
No te esperaba, te ví y pensé que eras un espectro o una visión, te abrazo fuerte para cerciorarme que esto es real.
Gracias por ser mi hermano, gracias por venir en el momento preciso.
Estoy sobrio pero me siento eufórico otra vez, manejo a toda velocidad para sentir el frío del viento golpeando mi cara. No tengo el convertible amarillo ni tampoco suena West End Girls mientras atravesamos la ciudad, pero esta noche es tal cual la soñamos.
No tengo ganas de dormir, esta semana he dormido cuatro horas por noche. Al diablo con el trabajo. Al fin y al cabo, el trabajo es para los que no tienen mejores cosas que hacer.
Como en los viejos tiempos. Así es como tenía que ser.
Calles
En mi vida puedo encontrar dos hechos que se repiten una y otra vez: tarde o temprano me tengo que tragar mis palabras y regreso sobre mis pasos aunque tenga la expresa intención de no hacerlo.
Siempre camino sin rumbo. Y hace algún volví al lugar donde te conocí. Volví pero ya no estabas ahí y sin ti, ya no tiene gracia ese lugar.
Recuerdo mis guiños, tu sonrisa cómplice y nuestros besos furtivos. No fueron muchos, pero recuerdo también nuestros desayunos a media mañana.
Me decías (o te decía) vamos a tomar un café; pero tú no puedes tomar café y a mí no me gusta el café. Me recuerdo mirándote sonriendo embobado mientras tomabas chocolate caliente (hasta en verano tienes frío) y yo dejaba que se enfríe el té (no soporto comidas ni bebidas calientes).
Vienen a mi memoria los cigarrillos, los chocolates, los paseos y las pastillas. Las compras para la casa y las gaseosas en el huarique de siempre.
Esas calles sin ti ya no tienen atractivo, ya no quiero volver a ellas, pero tarde o temprano regresaré sobre mis pasos. Eso es seguro.
Siempre camino sin rumbo. Y hace algún volví al lugar donde te conocí. Volví pero ya no estabas ahí y sin ti, ya no tiene gracia ese lugar.
Recuerdo mis guiños, tu sonrisa cómplice y nuestros besos furtivos. No fueron muchos, pero recuerdo también nuestros desayunos a media mañana.
Me decías (o te decía) vamos a tomar un café; pero tú no puedes tomar café y a mí no me gusta el café. Me recuerdo mirándote sonriendo embobado mientras tomabas chocolate caliente (hasta en verano tienes frío) y yo dejaba que se enfríe el té (no soporto comidas ni bebidas calientes).
Vienen a mi memoria los cigarrillos, los chocolates, los paseos y las pastillas. Las compras para la casa y las gaseosas en el huarique de siempre.
Esas calles sin ti ya no tienen atractivo, ya no quiero volver a ellas, pero tarde o temprano regresaré sobre mis pasos. Eso es seguro.
viernes, 14 de octubre de 2011
Slumdog Millionaire
Jamal Malik está a una pregunta de ganar veinte millones de rupias ¿Cómo lo hizo?
A: Hizo trampa
B: Tiene suerte
C: Es un genio
D: Está escrito
La pantalla es lo único que ilumina el cuarto, estás recostada sobre tu lado izquierdo y usas mi brazo como una de tus almohadas.
Me hablas soñolienta mientras me das la espalda, me gusta mucho fastidiarte mientras duermes. Morderte, pellizcarte, hacerte cosquillas. No puedo estar quieto.
Presta atención porque sino no vas a entender la película me dices con voz seria, ¿acaso me vas a tomar examen? te respondo. Debería, finalizas.
Mientras aprendo lo que lleva el dios Rama en su mano derecha y qué cara está impresa en los billetes de cien dólares pienso en la pregunta que plantea la película en la escena inicial.
¿Crees en el destino? te pregunto curioso, una vez más.
A veces si me respondes medio dormida.
Te recuerdo que hubo una decisión que tomé y que cambió el curso de los últimos diez años de mi vida. Tú estás dentro de ese período.
¿Crees que tarde o temprano nos hubiéramos encontrado? te pregunto otra vez.
Creo que nos encontramos en el momento justo me dices con seguridad.
Ni antes ni después murmuro antes de quedarme dormido.
Despierto y sólo escucho tus tenues ronquidos, termino de vestirme y te despierto con un beso.
Cada vez que estoy contigo me quedo con algo en qué pensar. Universos paralelos, signos anunciadores, situaciones privilegiadas, momentos perfectos, profecías autocumplidas, destino.
Mientras manejo a mi casa bajo la lluvia, pienso en esos conceptos y pienso en lo bien que me siento contigo a pesar de que, como me dijiste la otra noche, somos tan diferentes.
Siempre queda algo en el aire cada vez que vemos una película juntos.
La respuesta es la D. Está escrito.
A: Hizo trampa
B: Tiene suerte
C: Es un genio
D: Está escrito
La pantalla es lo único que ilumina el cuarto, estás recostada sobre tu lado izquierdo y usas mi brazo como una de tus almohadas.
Me hablas soñolienta mientras me das la espalda, me gusta mucho fastidiarte mientras duermes. Morderte, pellizcarte, hacerte cosquillas. No puedo estar quieto.
Presta atención porque sino no vas a entender la película me dices con voz seria, ¿acaso me vas a tomar examen? te respondo. Debería, finalizas.
Mientras aprendo lo que lleva el dios Rama en su mano derecha y qué cara está impresa en los billetes de cien dólares pienso en la pregunta que plantea la película en la escena inicial.
¿Crees en el destino? te pregunto curioso, una vez más.
A veces si me respondes medio dormida.
Te recuerdo que hubo una decisión que tomé y que cambió el curso de los últimos diez años de mi vida. Tú estás dentro de ese período.
¿Crees que tarde o temprano nos hubiéramos encontrado? te pregunto otra vez.
Creo que nos encontramos en el momento justo me dices con seguridad.
Ni antes ni después murmuro antes de quedarme dormido.
Despierto y sólo escucho tus tenues ronquidos, termino de vestirme y te despierto con un beso.
Cada vez que estoy contigo me quedo con algo en qué pensar. Universos paralelos, signos anunciadores, situaciones privilegiadas, momentos perfectos, profecías autocumplidas, destino.
Mientras manejo a mi casa bajo la lluvia, pienso en esos conceptos y pienso en lo bien que me siento contigo a pesar de que, como me dijiste la otra noche, somos tan diferentes.
Siempre queda algo en el aire cada vez que vemos una película juntos.
La respuesta es la D. Está escrito.
martes, 4 de octubre de 2011
Huelga de hambre
Soy un ser en el plasma de la nada
Estoy perdido en el todo de mi alma
A cada momento viene esa parte de una canción a mi cabeza.
Una y otra vez.
Sentir aires de fe donde hay todo que perder
Es ahora ya no queda tiempo
La salida está por cerrarse
El tiempo es ahora
Una y otra vez.
Una y otra vez.
Desde hace no poco tiempo.
Estoy perdido en el todo de mi alma
A cada momento viene esa parte de una canción a mi cabeza.
Una y otra vez.
Sentir aires de fe donde hay todo que perder
Es ahora ya no queda tiempo
La salida está por cerrarse
El tiempo es ahora
Una y otra vez.
Una y otra vez.
Desde hace no poco tiempo.
Musa
Esquiva, etérea, vaporosa, sutil, grácil. Así te defino.
No soy tu amigo, nunca lo seré. No eres mi amiga, nunca lo serás. Apenas sabes mi nombre y unas cuantas cosas de mí, como yo de ti.
Te conozco hace varios años, pero nunca hemos tenido una conversación fuera de la políticamente correcta cortesía.
Alguna vez te mencioné las circunstancias en las que nos conocimos pero no me dijiste nada, sólo sonreiste. Lo más probable es que no lo recuerdes, no creo que recuerdes al tipo muy flaco y muy pálido, de cabello desordenado y mirada huidiza que era en ese entonces.
Te veo pasar todos los días, bella y sonriente, con tus hermosos ojos verdes y tu sedoso cabello rubio como el sol, me saludas con tu dulce voz (me saludas a mí y a todos en realidad).
En todo el tiempo que te conozco, pasaron muchas cosas en mi vida. Tuve una fugaz relación con la persona más materialista que he conocido en mi vida, me enamoré y me casé, también me divorcié y conocí a Belladona.
Si habláramos tendrías mucho que contarme también, tu matrimonio que no fue, tus viajes y como dije, yo tendría mucho que contarte también.
Pero eso no pasará, somos muy diferentes, antitéticos. Es mejor así. Pienso que a veces es mejor observar de lejos, porque cuando ves de cerca, muy de cerca, las cosas no son como parecen ser.
De lejos siempre serás bonita, linda y dulce para mí.
No soy tu amigo, nunca lo seré. No eres mi amiga, nunca lo serás. Apenas sabes mi nombre y unas cuantas cosas de mí, como yo de ti.
Te conozco hace varios años, pero nunca hemos tenido una conversación fuera de la políticamente correcta cortesía.
Alguna vez te mencioné las circunstancias en las que nos conocimos pero no me dijiste nada, sólo sonreiste. Lo más probable es que no lo recuerdes, no creo que recuerdes al tipo muy flaco y muy pálido, de cabello desordenado y mirada huidiza que era en ese entonces.
Te veo pasar todos los días, bella y sonriente, con tus hermosos ojos verdes y tu sedoso cabello rubio como el sol, me saludas con tu dulce voz (me saludas a mí y a todos en realidad).
En todo el tiempo que te conozco, pasaron muchas cosas en mi vida. Tuve una fugaz relación con la persona más materialista que he conocido en mi vida, me enamoré y me casé, también me divorcié y conocí a Belladona.
Si habláramos tendrías mucho que contarme también, tu matrimonio que no fue, tus viajes y como dije, yo tendría mucho que contarte también.
Pero eso no pasará, somos muy diferentes, antitéticos. Es mejor así. Pienso que a veces es mejor observar de lejos, porque cuando ves de cerca, muy de cerca, las cosas no son como parecen ser.
De lejos siempre serás bonita, linda y dulce para mí.
Mr. Prozac
La fluoxetina es un fármaco Inhibidor Selectivo de la Recaptación de Serotonina (ISRS) con propiedades antidepresivas. Está indicado para tratar la depresión moderada a severa, el transtorno obsesivo compulsivo, los transtornos alimentarios en general, los transtornos de pánico y el trastorno disfórico premenstrual.
La sertralina, es un antidepresivo perteneciente al grupo de los ISRS. Este compuesto actúa inhibiendo la recaptación de la serotonina en el espacio intersináptico por parte de la neurona transmisora, lo cual aumenta la disponibilidad de la misma. La sertralina no tiene afinidad sobre el bloqueo de la recaptación de la noradrenalina (norepinefrina) y dopamina, además de no poseer una acción estimulante, sedativa o anticolinérgica, y no afecta la función psicomotriz.
Definiciones aparte. Fluoxetina o Sertralina, lo mismo pero diferente.
Debo reconocer que en más de una temporada he recibido tratamiento médico con antidepresivos y también debo reconocer que nunca terminé ninguno de esos tratamientos.
Estamos sentados uno al lado del otro en el sofá, me quedo en silencio mirando al vacío. En qué estás pensando me preguntas. Te respondo que pienso en que no me queda claro quién soy yo. El Wolf que no es oscuro cuando toma pastillas o el Wolf que ve las mismas cosas diferentes cada día.
Mi ex esposa me decia que yo era otro cuando tomaba los antidepresivos, tolerante, de buen humor, paciente, con una buena predisposición, me concentraba en mi trabajo (y no dejaba de hacerlo para escribir este tipo de cosas). Tú me dices que no crees que podrías querer a ese Wolf, no podríamos tener nuestras largas y densas conversaciones. Supongo que seguiríamos caminos distintos si yo fuera ese Wolf medicado, pienso yo en silencio. Recuerdo que nunca me has visto furioso ni alterado, quizás eso te haga cambiar de opinión pienso, también en silencio.
Si uno es mejor que el otro, no lo sé, no sé cómo me percibiría el resto en ese tiempo pero no creo haber estado dopado todo ese tiempo manteniendo una estúpida sonrisa fijada en mi rostro. O quizás si era así como tú crees y el Wolf medicado no te gustaría.
Mi ex esposa conoció a los dos Wolf y a la larga ninguno le gustó. Quizás no soy ninguno de esos dos y tú percibes un tercer Wolf.
Una cosa es cómo eres tú, otra es cómo te perciben y otra es lo que quieres proyectar al resto. Y esas tres definiciones por lo general no coindicen.
La sertralina, es un antidepresivo perteneciente al grupo de los ISRS. Este compuesto actúa inhibiendo la recaptación de la serotonina en el espacio intersináptico por parte de la neurona transmisora, lo cual aumenta la disponibilidad de la misma. La sertralina no tiene afinidad sobre el bloqueo de la recaptación de la noradrenalina (norepinefrina) y dopamina, además de no poseer una acción estimulante, sedativa o anticolinérgica, y no afecta la función psicomotriz.
Definiciones aparte. Fluoxetina o Sertralina, lo mismo pero diferente.
Debo reconocer que en más de una temporada he recibido tratamiento médico con antidepresivos y también debo reconocer que nunca terminé ninguno de esos tratamientos.
Estamos sentados uno al lado del otro en el sofá, me quedo en silencio mirando al vacío. En qué estás pensando me preguntas. Te respondo que pienso en que no me queda claro quién soy yo. El Wolf que no es oscuro cuando toma pastillas o el Wolf que ve las mismas cosas diferentes cada día.
Mi ex esposa me decia que yo era otro cuando tomaba los antidepresivos, tolerante, de buen humor, paciente, con una buena predisposición, me concentraba en mi trabajo (y no dejaba de hacerlo para escribir este tipo de cosas). Tú me dices que no crees que podrías querer a ese Wolf, no podríamos tener nuestras largas y densas conversaciones. Supongo que seguiríamos caminos distintos si yo fuera ese Wolf medicado, pienso yo en silencio. Recuerdo que nunca me has visto furioso ni alterado, quizás eso te haga cambiar de opinión pienso, también en silencio.
Si uno es mejor que el otro, no lo sé, no sé cómo me percibiría el resto en ese tiempo pero no creo haber estado dopado todo ese tiempo manteniendo una estúpida sonrisa fijada en mi rostro. O quizás si era así como tú crees y el Wolf medicado no te gustaría.
Mi ex esposa conoció a los dos Wolf y a la larga ninguno le gustó. Quizás no soy ninguno de esos dos y tú percibes un tercer Wolf.
Una cosa es cómo eres tú, otra es cómo te perciben y otra es lo que quieres proyectar al resto. Y esas tres definiciones por lo general no coindicen.
lunes, 3 de octubre de 2011
Situaciones privilegiadas
Sabes que me gustan mucho tus enormes ojos. Vivaces, huidizos, pícaros y provocadores. Aunque quizás te parece que tengo la mirada perdida (como perdidos mis pensamientos) los veo con renovada atención.
Estás recostada en mi regazo y te acurrucas por el frío. Escuchas mi respiración dificultosa y me preguntas si estoy bien. Estoy bien, sólo que me funciona sólo uno de los orificios nasales te digo.
Recuerdo y pienso en voz alta, como tantas veces lo hago mientras estoy contigo. Parece que hablara solo, como un autómata, pero en realidad hablo contigo.
Vienen recuerdos, muchos recuerdos de tiempos pasados y no tan pasados, de conversaciones sostenidas contigo, frases hirientes que no hirieron y de las que son dignas de recordarse.
Te olfateo. Ahora si tengo guardado tu olor en mi memoria. Te incomodas porque te huelo, pero no puedo evitar hacerlo. Cuando vuelvas a oler como esta noche, voy a recordarla te digo. Es por eso que te huelo añado, para justificar esa manía de guardar olores en mi memoria.
Pero si soy yo, siempre voy a oler igual. No, hueles diferente cada día, ligeramente diferente pero diferente al fin y al cabo sentencio.
Te cuento que veo las cosas a mi alrededor más opacas que antes. No estoy seguro si la realidad que me rodea ha cambiado, pero de lo que si estoy seguro es que la veo diferente. Me quieres porque estoy loco o a pesar de estarlo, me pregunto en los últimos días.
Me sorprendes. Con los ojos semicerrados me dices ves las cosas diferentes, de nuevo sientes la náusea. No sabía que habías leído el libro que se pasé, no imaginé que lo leerías, ni siquiera que recordarías algo de eso. Me emocionas.
Te beso repetidas veces. Sonríes con esa burlona sonrisa que tanto me gusta. Te quiero mucho susurro, yo también me respondes.
Pienso en los signos anunciadores, las situaciones privilegiadas y los momentos perfectos.
Me pregunto si esta es una situación privilegiada y si tenerte en mi regazo era uno de los signos anunciadores. Confundido pienso en qué debo hacer para que vivamos un momento perfecto.
Hemos vivido juntos algunas situaciones privilegiadas, o quizás no. Aún no. Me siento como Roquentin ante Anny, con miedo de caer en una trampa pero atrapado en tu extraño universo.
Quiero vivir situaciones privilegiadas y momentos perfectos contigo, pienso mientras besas suavemente mis labios.
Estás recostada en mi regazo y te acurrucas por el frío. Escuchas mi respiración dificultosa y me preguntas si estoy bien. Estoy bien, sólo que me funciona sólo uno de los orificios nasales te digo.
Recuerdo y pienso en voz alta, como tantas veces lo hago mientras estoy contigo. Parece que hablara solo, como un autómata, pero en realidad hablo contigo.
Vienen recuerdos, muchos recuerdos de tiempos pasados y no tan pasados, de conversaciones sostenidas contigo, frases hirientes que no hirieron y de las que son dignas de recordarse.
Te olfateo. Ahora si tengo guardado tu olor en mi memoria. Te incomodas porque te huelo, pero no puedo evitar hacerlo. Cuando vuelvas a oler como esta noche, voy a recordarla te digo. Es por eso que te huelo añado, para justificar esa manía de guardar olores en mi memoria.
Pero si soy yo, siempre voy a oler igual. No, hueles diferente cada día, ligeramente diferente pero diferente al fin y al cabo sentencio.
Te cuento que veo las cosas a mi alrededor más opacas que antes. No estoy seguro si la realidad que me rodea ha cambiado, pero de lo que si estoy seguro es que la veo diferente. Me quieres porque estoy loco o a pesar de estarlo, me pregunto en los últimos días.
Me sorprendes. Con los ojos semicerrados me dices ves las cosas diferentes, de nuevo sientes la náusea. No sabía que habías leído el libro que se pasé, no imaginé que lo leerías, ni siquiera que recordarías algo de eso. Me emocionas.
Te beso repetidas veces. Sonríes con esa burlona sonrisa que tanto me gusta. Te quiero mucho susurro, yo también me respondes.
Pienso en los signos anunciadores, las situaciones privilegiadas y los momentos perfectos.
Me pregunto si esta es una situación privilegiada y si tenerte en mi regazo era uno de los signos anunciadores. Confundido pienso en qué debo hacer para que vivamos un momento perfecto.
Hemos vivido juntos algunas situaciones privilegiadas, o quizás no. Aún no. Me siento como Roquentin ante Anny, con miedo de caer en una trampa pero atrapado en tu extraño universo.
Quiero vivir situaciones privilegiadas y momentos perfectos contigo, pienso mientras besas suavemente mis labios.
viernes, 2 de septiembre de 2011
The Smiths
La mayoría de las personas que están a mi alrededor me perciben como una persona introspectiva y reservada, razón no les falta.
Trabajo siempre con audífonos puestos, pues no soporto la música "alegre" que le gusta a la mayoría aquí. Por lo general, no escucho lo que conversan alrededor y me tiran papelitos cuando quieren hablar conmigo.
La música "alegre" me pone de mal humor, el otro día mi hermana recordaba que de niño yo no iba a fiestas infantiles. Era un niño extraño, le pedía a mi mamá que no me lleve. Mi hermano ríe cuando hablamos de eso y recuerda lo mucho que me aburría en los cumpleaños de mi hermana que celebraban en casa. El otro día hice cuentas y resultó que no he pisado una discoteca hace más de un período presidencial.
Y pasará mucho tiempo más para que pise algún lugar de esos.
Hace algún tiempo estoy escuchando The Smiths seguido. No puedo dejar de escuchar Panic, yo también quiero quemar la discoteca y colgar al DJ que pone música que no me dice nada sobre mi vida.
Me siento a veces como Juana de Arco porque también escucho voces y a veces pienso que comencé algo que no sé como terminará mientras hago crujir tus huesos.
Trabajo siempre con audífonos puestos, pues no soporto la música "alegre" que le gusta a la mayoría aquí. Por lo general, no escucho lo que conversan alrededor y me tiran papelitos cuando quieren hablar conmigo.
La música "alegre" me pone de mal humor, el otro día mi hermana recordaba que de niño yo no iba a fiestas infantiles. Era un niño extraño, le pedía a mi mamá que no me lleve. Mi hermano ríe cuando hablamos de eso y recuerda lo mucho que me aburría en los cumpleaños de mi hermana que celebraban en casa. El otro día hice cuentas y resultó que no he pisado una discoteca hace más de un período presidencial.
Y pasará mucho tiempo más para que pise algún lugar de esos.
Hace algún tiempo estoy escuchando The Smiths seguido. No puedo dejar de escuchar Panic, yo también quiero quemar la discoteca y colgar al DJ que pone música que no me dice nada sobre mi vida.
Me siento a veces como Juana de Arco porque también escucho voces y a veces pienso que comencé algo que no sé como terminará mientras hago crujir tus huesos.
miércoles, 31 de agosto de 2011
Tabaco
Después de muchos años me fumé mi último cigarrillo. No es la primera vez que he dejado de fumar durante algunos períodos de tiempo, pero esta es la primera vez que lo decido tras pensarlo un buen tiempo antes.
Adiós a nuestros cigarrillos diurnos y nocturnos, adiós a la cajetilla y media que me fumaba en el estadio, adiós a mis caminatas nocturnas con un cigarrillo en los labios.
Para cerrar este capítulo, debía buscar al viejo amigo con el que me fumé mi primer cigarrillo hace 20 años.
Recuerdo aquella tarde a la salida del colegio, en aquella época aún vendían cigarrillos a menores de edad (y con uniforme escolar), recuerdo las primeras pitadas y tosidas camino al paradero del omnibús que nos llevaba a casa. El de aquella vez fue un cigarrillo sin filtro de marca de soberano prehispánico.
Inicialmente fumaba cigarrillos que entraban al país de contrabando y de marcas desconocidas. Hasta que me quedé con una marca durante algunos años fumé Hamilton Light que si no me equivoco es de los más vendidos.
La relación tabaquera más larga que he tenido ha sido con Red Marlboro, unos 10 años o quizás algo más.
Nunca me gustaron los cigarrillos mentolados, me parece una gran mariconada que un hombre fume cigarrillos mentolados, si fumar un "light" ya se ve medio amanerado. Imagínate un mentolado, mejor es chupar un caramelo de menta o masticar un chicle del mismo sabor.
Nunca me gustaron los Lucky Strike, tampoco los Camel. El Winston Rojo me parecía un mediocre sustituto del Red Marlboro pero en los últimos dos años he fumado eventualmente esa marca.
Para cerrar el círculo te busqué en tu trabajo, fuimos a comer y pasamos por una estación de servicio. Compramos la cajetilla de Red Marlboro que fumamos a medias. El último cigarrilo en realidad fueron varios, pero eso no importa ya. Fue el fin de una era, ya no me verás caminando por la calle con mi mano derecha a la altura del pecho sosteniendo un cigarrillo humeante ni exhalar humo por la nariz.
Ya no tengo que esconder las cajetillas y el encendedor de mi hija. Por fin puedo mirarla a los ojos y decirle que fumar está mal. Me siento un poco mejor padre y hasta persona.
Y eso no tiene precio.
Adiós a nuestros cigarrillos diurnos y nocturnos, adiós a la cajetilla y media que me fumaba en el estadio, adiós a mis caminatas nocturnas con un cigarrillo en los labios.
Para cerrar este capítulo, debía buscar al viejo amigo con el que me fumé mi primer cigarrillo hace 20 años.
Recuerdo aquella tarde a la salida del colegio, en aquella época aún vendían cigarrillos a menores de edad (y con uniforme escolar), recuerdo las primeras pitadas y tosidas camino al paradero del omnibús que nos llevaba a casa. El de aquella vez fue un cigarrillo sin filtro de marca de soberano prehispánico.
Inicialmente fumaba cigarrillos que entraban al país de contrabando y de marcas desconocidas. Hasta que me quedé con una marca durante algunos años fumé Hamilton Light que si no me equivoco es de los más vendidos.
La relación tabaquera más larga que he tenido ha sido con Red Marlboro, unos 10 años o quizás algo más.
Nunca me gustaron los cigarrillos mentolados, me parece una gran mariconada que un hombre fume cigarrillos mentolados, si fumar un "light" ya se ve medio amanerado. Imagínate un mentolado, mejor es chupar un caramelo de menta o masticar un chicle del mismo sabor.
Nunca me gustaron los Lucky Strike, tampoco los Camel. El Winston Rojo me parecía un mediocre sustituto del Red Marlboro pero en los últimos dos años he fumado eventualmente esa marca.
Para cerrar el círculo te busqué en tu trabajo, fuimos a comer y pasamos por una estación de servicio. Compramos la cajetilla de Red Marlboro que fumamos a medias. El último cigarrilo en realidad fueron varios, pero eso no importa ya. Fue el fin de una era, ya no me verás caminando por la calle con mi mano derecha a la altura del pecho sosteniendo un cigarrillo humeante ni exhalar humo por la nariz.
Ya no tengo que esconder las cajetillas y el encendedor de mi hija. Por fin puedo mirarla a los ojos y decirle que fumar está mal. Me siento un poco mejor padre y hasta persona.
Y eso no tiene precio.
Al diablo
Podría decirse que no tengo un mal trabajo, estoy dentro de los estándares de un trabajo de clase media en mi país. Tengo una hija que depende de mí. Sin embargo, quiero renunciar y largar todo.
No tengo ni idea de qué voy a hacer si abandono ese trabajo, sólo tengo claro que no me gusta. Y no sé si esto es suficiente razón para mandar todo al diablo.
Que no me guste es algo válido, es un trabajo aburrido. Veo números todo el día. Mis clientes son trabajadores como yo. Insatisfechos, pero con la obligación de sonreir aunque estén de un humor de perros.
Últimamente me cuestiono muchos aspectos de mi vida. El trabajo es uno de ellos, no sé para qué sirve lo que hago. Tampoco para qué sirvo yo y si lo que sé, lo podría utilizar en otro trabajo mejor.
No sé lo que me gusta hacer, no sé a lo qué me gustaría dedicarme. No tengo, o mejor dicho, no creo que tenga alternativas.
Desde la carrera que escogí estudiar que fue casi al azar y basada en evadir los cursos que no me gustaban, me he pasado mi vida laboral deambulando.
Acepté el primer puesto de trabajo que me ofrecieron. Era bastante malo, pero podía ganar un buen dinero. No contaba con que me es insoportable relacionarme con personas desconocidas y venderles lo que sea. Me costó tortuosos tres años cambiar de perfil laboral a lo que hago ahora.
No me puedo concentrar, aunque mi trabajo requiere de concentración, divago desde la mañana hasta la noche. Tal como lo hacía durante el colegio y la universidad.
Sé que puedo hacer más que escribir textos sin sentido para el resto pero no logro saber qué es eso más.
No tengo ni idea de qué voy a hacer si abandono ese trabajo, sólo tengo claro que no me gusta. Y no sé si esto es suficiente razón para mandar todo al diablo.
Que no me guste es algo válido, es un trabajo aburrido. Veo números todo el día. Mis clientes son trabajadores como yo. Insatisfechos, pero con la obligación de sonreir aunque estén de un humor de perros.
Últimamente me cuestiono muchos aspectos de mi vida. El trabajo es uno de ellos, no sé para qué sirve lo que hago. Tampoco para qué sirvo yo y si lo que sé, lo podría utilizar en otro trabajo mejor.
No sé lo que me gusta hacer, no sé a lo qué me gustaría dedicarme. No tengo, o mejor dicho, no creo que tenga alternativas.
Desde la carrera que escogí estudiar que fue casi al azar y basada en evadir los cursos que no me gustaban, me he pasado mi vida laboral deambulando.
Acepté el primer puesto de trabajo que me ofrecieron. Era bastante malo, pero podía ganar un buen dinero. No contaba con que me es insoportable relacionarme con personas desconocidas y venderles lo que sea. Me costó tortuosos tres años cambiar de perfil laboral a lo que hago ahora.
No me puedo concentrar, aunque mi trabajo requiere de concentración, divago desde la mañana hasta la noche. Tal como lo hacía durante el colegio y la universidad.
Sé que puedo hacer más que escribir textos sin sentido para el resto pero no logro saber qué es eso más.
miércoles, 27 de julio de 2011
El Príncipe
En mi familia respiramos fútbol todo el tiempo. Mi papá, un jugador que se resiste al retiro, me enseñó dos cosas en la vida: que el fútbol es como la vida y que en una cancha todo puede pasar como pasa también en la vida.
Me gusta mucho el fútbol, sólo hay un equipo al que le tengo lealtad absoluta, pero le tengo simpatía a algunos equipos de países diferentes al mío y sigo sus campañas a la distancia (aunque en estos tiempos de fácil acceso a la información ya no es tan complicado como a mediados de los 80 e inicios de los 90).
Uno de estos equipos es Boca Juniors, lo sigo desde antes de que se pusiera de moda a nivel latinoamericano. Recuerdo que de chico esperaba con avidez que llegue a mi casa el Gráfico con las (escasas por entonces) victorias xeneizes. Leía sobre las últimas locuras de Gatti, las excentricidades del Mono Navarro Montoya, las jugadas del Chino Tapia, Jorge Comas, Blas Giunta, el Manteca Martínez, Diego Latorre y del Beto Márcico.
Algún tiempo después llegaron Caniggia, Cagna, retornó Maradona y comenzaron los problemas en la familia. Pues nunca antes me había podido imaginar tener un hermano hincha de River. Al igual que yo, él también leía con avidez el Gráfico pero él tenía sus propios ídolos, diferentes a los míos por cierto. El Príncipe Enzo Francescoli, el Burrito Ortega, el Muñeco Gallardo, Hernán Crespo, Roberto Ayala, Germán Adrián Ramón Burgos, el Negro Astrada, Juanpi Sorín, el Pelado Almeyda y el Mencho Ramón Medina Bello.
Siempre fuiste mejor jugador que yo y si hubiéramos jugado en el mismo equipo tú hubieras sido Francescoli y yo el Negro Astrada. O tu Riquelme y yo el Vasco Arruabarrena.
Te recuerdo alto y flaco, gambeteando con clase a los rivales siempre con la mirada arriba, un altivo caballero en la cancha. Como el gran Enzo.
Viví contigo la Copa del 96. Después de dejar atrás al Sporting Cristal, San Lorenzo y U de Chile, sufrimos la derrota en Cali y gritamos con furia los goles de Crespo en el Monumental aquella lejana noche de junio. Un recibimiento espectacular al equipo de la banda y un 2-0 inobjetable para desatar la locura. Ver al Enzo alzar la Copa Libertadores me hizo sentir feliz por ti. Y dentro de mi corazón futbolero no podía dejar de hacerle lugar a la admiración a tan notable jugador.
Hace unas semanas sufriste el descenso, yo también lo sentí contigo a la distancia, a pesar de que ya se veía venir. Los jugadores y dirigentes actuales por respeto a Angelito Labruna, el Charro Moreno, Adolfito Pedernera, el Pipo Rossi, Ermindo Daniel Onega, el Beto Alonso y el Príncipe Enzo Francescoli no debieron dejar que River se vaya a la B. Pero no hicieron nada por evitarlo, cegados por la soberbia.
Espero que solo sea un hasta luego al eterno rival, ya no juego fútbol con mi hermano hace mucho tiempo pero ambos esperamos con ansias volver a enfrentarnos y tras el pitazo final darnos un fuerte abrazo.
Me gusta mucho el fútbol, sólo hay un equipo al que le tengo lealtad absoluta, pero le tengo simpatía a algunos equipos de países diferentes al mío y sigo sus campañas a la distancia (aunque en estos tiempos de fácil acceso a la información ya no es tan complicado como a mediados de los 80 e inicios de los 90).
Uno de estos equipos es Boca Juniors, lo sigo desde antes de que se pusiera de moda a nivel latinoamericano. Recuerdo que de chico esperaba con avidez que llegue a mi casa el Gráfico con las (escasas por entonces) victorias xeneizes. Leía sobre las últimas locuras de Gatti, las excentricidades del Mono Navarro Montoya, las jugadas del Chino Tapia, Jorge Comas, Blas Giunta, el Manteca Martínez, Diego Latorre y del Beto Márcico.
Algún tiempo después llegaron Caniggia, Cagna, retornó Maradona y comenzaron los problemas en la familia. Pues nunca antes me había podido imaginar tener un hermano hincha de River. Al igual que yo, él también leía con avidez el Gráfico pero él tenía sus propios ídolos, diferentes a los míos por cierto. El Príncipe Enzo Francescoli, el Burrito Ortega, el Muñeco Gallardo, Hernán Crespo, Roberto Ayala, Germán Adrián Ramón Burgos, el Negro Astrada, Juanpi Sorín, el Pelado Almeyda y el Mencho Ramón Medina Bello.
Siempre fuiste mejor jugador que yo y si hubiéramos jugado en el mismo equipo tú hubieras sido Francescoli y yo el Negro Astrada. O tu Riquelme y yo el Vasco Arruabarrena.
Te recuerdo alto y flaco, gambeteando con clase a los rivales siempre con la mirada arriba, un altivo caballero en la cancha. Como el gran Enzo.
Viví contigo la Copa del 96. Después de dejar atrás al Sporting Cristal, San Lorenzo y U de Chile, sufrimos la derrota en Cali y gritamos con furia los goles de Crespo en el Monumental aquella lejana noche de junio. Un recibimiento espectacular al equipo de la banda y un 2-0 inobjetable para desatar la locura. Ver al Enzo alzar la Copa Libertadores me hizo sentir feliz por ti. Y dentro de mi corazón futbolero no podía dejar de hacerle lugar a la admiración a tan notable jugador.
Hace unas semanas sufriste el descenso, yo también lo sentí contigo a la distancia, a pesar de que ya se veía venir. Los jugadores y dirigentes actuales por respeto a Angelito Labruna, el Charro Moreno, Adolfito Pedernera, el Pipo Rossi, Ermindo Daniel Onega, el Beto Alonso y el Príncipe Enzo Francescoli no debieron dejar que River se vaya a la B. Pero no hicieron nada por evitarlo, cegados por la soberbia.
Espero que solo sea un hasta luego al eterno rival, ya no juego fútbol con mi hermano hace mucho tiempo pero ambos esperamos con ansias volver a enfrentarnos y tras el pitazo final darnos un fuerte abrazo.
martes, 26 de julio de 2011
Dimensión desconocida
Esto si merece un post aparte, es algo que nunca más se volvió a repetir y debo contarlo. Entre las razones que tenía para gustar de fumar marihuana es que cada viaje era una sensación diferente. Cada vez fue diferente, nunca fue igual, para mí es la droga perfecta.
Esa noche, bebimos varias cervezas y caminamos sin rumbo como lo hacíamos habitualmente. Después de un buen rato llegamos a una residencial de edificios, así que nos sentamos en la oscura entrada de uno de esos viejos edificios y comenzamos a rolear los pitillos mientras bebíamos unas cervezas.
Estuvimos tonteando y conversando largo rato sobre un parque al que había que visitar, así que entre mareado y atontado fui a orinar a un árbol por ahí y propuse ir al tan mentado parque.
Caminamos sin rumbo, sin encontrar el camino al parque caliente, así lo llamamos, el parque caliente.
Tengo algunos años sobrio y es cierto, ese parque es caliente, no fue efecto del alcohol ni de los psicoactivos. He pasado por ahí tiempo después y si es caliente. Se los puedo asegurar.
Conforme nos acercábamos, se sentía un creciente bochorno a pesar de que era una madrugada invernal. El Fotógrafo no dejaba de reirse y nos repetía a cada momento: se los dije, se los dije, este es el parque caliente. No entendí, no entiendo ni nunca entenderé por qué es caliente pero sentí ese bochorno ahí.
Después de dar vueltas buen rato el Fotógrafo, el Músico, el Trovador y yo emprendimos el camino de regreso a nuestro barrio, en ese trayecto sentí algo que nunca más volví a sentir.
Caminábamos por la avenida que lleva a la casa donde sigo viviendo, pero en cada trecho que avanzábamos, sentía que me alejaba más de mi casa.
A cada paso la veía más lejos, al caminar retrocedía o sentía que retrocedía y nos alejábamos más. Le dije al Músico, si queremos llegar a la casa tenemos que caminar de espaldas, si caminamos de frente nos vamos a alejar más.
Yo también siento que nos alejamos me dijo, pero pensé que era cosa mía.
No sé ni nunca sabré que le pasó a mi cerebro esa noche pero podría jurar que al caminar nos alejábamos más, no recuerdo cómo llegué a mi casa esa vez.
Quizás algún día encuentre una explicación a esa sensación.
Esa noche, bebimos varias cervezas y caminamos sin rumbo como lo hacíamos habitualmente. Después de un buen rato llegamos a una residencial de edificios, así que nos sentamos en la oscura entrada de uno de esos viejos edificios y comenzamos a rolear los pitillos mientras bebíamos unas cervezas.
Estuvimos tonteando y conversando largo rato sobre un parque al que había que visitar, así que entre mareado y atontado fui a orinar a un árbol por ahí y propuse ir al tan mentado parque.
Caminamos sin rumbo, sin encontrar el camino al parque caliente, así lo llamamos, el parque caliente.
Tengo algunos años sobrio y es cierto, ese parque es caliente, no fue efecto del alcohol ni de los psicoactivos. He pasado por ahí tiempo después y si es caliente. Se los puedo asegurar.
Conforme nos acercábamos, se sentía un creciente bochorno a pesar de que era una madrugada invernal. El Fotógrafo no dejaba de reirse y nos repetía a cada momento: se los dije, se los dije, este es el parque caliente. No entendí, no entiendo ni nunca entenderé por qué es caliente pero sentí ese bochorno ahí.
Después de dar vueltas buen rato el Fotógrafo, el Músico, el Trovador y yo emprendimos el camino de regreso a nuestro barrio, en ese trayecto sentí algo que nunca más volví a sentir.
Caminábamos por la avenida que lleva a la casa donde sigo viviendo, pero en cada trecho que avanzábamos, sentía que me alejaba más de mi casa.
A cada paso la veía más lejos, al caminar retrocedía o sentía que retrocedía y nos alejábamos más. Le dije al Músico, si queremos llegar a la casa tenemos que caminar de espaldas, si caminamos de frente nos vamos a alejar más.
Yo también siento que nos alejamos me dijo, pero pensé que era cosa mía.
No sé ni nunca sabré que le pasó a mi cerebro esa noche pero podría jurar que al caminar nos alejábamos más, no recuerdo cómo llegué a mi casa esa vez.
Quizás algún día encuentre una explicación a esa sensación.
Desorientado
No sé que hora es, pero ya comienza a clarear. Ya perdí la cuenta de cuantos pitillos de marihuana hemos fumado. No nos vamos hasta que se acabe dice el Músico, y no me puedo negar. Eres mi mejor amigo, al que más quiero, el que más me conoce, el que más me entiende, eres el amigo quien siempre supo que no tuve los cojones para enfrentar a mi papá y decirle que en realidad quería estudiar literatura, eres el amigo que siempre supo que me faltó confianza en mi mismo para decidirme a estudiar filosofía como tantas veces lo conversamos.
Estamos los de siempre, pero nosotros somos de los que nos quedamos hasta el final. Seré pollo pero ahí estoy, hasta el final como tiene que ser.
Junto con tu hermano el Trovador, otro gran amigo mío al que quiero muchísimo, soy de los mayores y ya es costumbre que deje a cada uno en su casa y después sabe Dios cómo, termino echado en mi cama apestando a una mezcla de alcohol y marihuana.
Después del enésimo pitillo comienzo a temblar, no puedo hablar porque me tiembla la mandíbula también, la pierna derecha me rebota. Te comienzas a reir, yo también comienzo a reir, saludo a gente inexistente que pasa por la calle frente al parque en el que estamos.
Uno del grupo me dice que comience a saltar porque se me debe haber bajado la presión, tienes que hacer algo de ejercicio, así que completamente ebrio y drogado con el corazón latiendo 300 veces por minuto, comienzo a hacer planchas en el parque frente a mi casa en la madrugada.
A estas alturas algunos desertan, incluido tu hermano, que es también mi hermano, siempre lo vence el sueño.
Sin saber cómo, entramos a tu casa, comemos un arroz con frejoles y freimos un par de huevos antes de que me vaya a mi casa sin saber cómo, esas dos cuadras son larguísimas en ese estado.
Debes acordarte de aquella noche que esnifamos cocaína hasta que caí inconsciente en tu casa hasta las 4pm del día siguiente.
Recordarás también aquel cumpleaños mío en el que todos terminamos drogados y ebrios, traer marihuana era la condición sine qua non para ser invitado, me regalaste un moño gigante. Ese fue el mejor cumpleaños de mi vida, después ya no lo volví a celebrar, ya no era lo mismo sin yerba. Nunca después nadie me ha dicho tú eres el diablo, aléjate de mí.
Tengo para escribir muchísimas historias como estas, muchísimas. Pero ahora ya somos papás, llegó el momento de parar. Hace varios años que no escucho que me llamen Señor Marihuana ni me despierto ahogándome en la sangre que sale de mi nariz.
Me corté el pelo y me afeité la barba, comencé a trabajar y me volví un pequeño burgués. A tu estilo tú también lo hiciste, pasamos los 30 años y no morimos de una sobredosis como pensábamos que iba a suceder.
Felizmente no morimos, seguimos vivos para darles amor a nuestras hijas, con hijas como las que tenemos si vale la pena vivir.
Estamos los de siempre, pero nosotros somos de los que nos quedamos hasta el final. Seré pollo pero ahí estoy, hasta el final como tiene que ser.
Junto con tu hermano el Trovador, otro gran amigo mío al que quiero muchísimo, soy de los mayores y ya es costumbre que deje a cada uno en su casa y después sabe Dios cómo, termino echado en mi cama apestando a una mezcla de alcohol y marihuana.
Después del enésimo pitillo comienzo a temblar, no puedo hablar porque me tiembla la mandíbula también, la pierna derecha me rebota. Te comienzas a reir, yo también comienzo a reir, saludo a gente inexistente que pasa por la calle frente al parque en el que estamos.
Uno del grupo me dice que comience a saltar porque se me debe haber bajado la presión, tienes que hacer algo de ejercicio, así que completamente ebrio y drogado con el corazón latiendo 300 veces por minuto, comienzo a hacer planchas en el parque frente a mi casa en la madrugada.
A estas alturas algunos desertan, incluido tu hermano, que es también mi hermano, siempre lo vence el sueño.
Sin saber cómo, entramos a tu casa, comemos un arroz con frejoles y freimos un par de huevos antes de que me vaya a mi casa sin saber cómo, esas dos cuadras son larguísimas en ese estado.
Debes acordarte de aquella noche que esnifamos cocaína hasta que caí inconsciente en tu casa hasta las 4pm del día siguiente.
Recordarás también aquel cumpleaños mío en el que todos terminamos drogados y ebrios, traer marihuana era la condición sine qua non para ser invitado, me regalaste un moño gigante. Ese fue el mejor cumpleaños de mi vida, después ya no lo volví a celebrar, ya no era lo mismo sin yerba. Nunca después nadie me ha dicho tú eres el diablo, aléjate de mí.
Tengo para escribir muchísimas historias como estas, muchísimas. Pero ahora ya somos papás, llegó el momento de parar. Hace varios años que no escucho que me llamen Señor Marihuana ni me despierto ahogándome en la sangre que sale de mi nariz.
Me corté el pelo y me afeité la barba, comencé a trabajar y me volví un pequeño burgués. A tu estilo tú también lo hiciste, pasamos los 30 años y no morimos de una sobredosis como pensábamos que iba a suceder.
Felizmente no morimos, seguimos vivos para darles amor a nuestras hijas, con hijas como las que tenemos si vale la pena vivir.
Sin salida
Me choco ante una pared de vidrio, es raro, me siento desorientado. He estado varias veces antes aquí, pero como la primera vez, me siento desorientado.
Puedo ver una gran cocina de aluminio reluciente en una habitación completamente impecable. La grifería es de lujo, la mesa es de un grueso cristal y el armazón de las sillas es de un color negro brillante.
Quiero atravesar la mampara y me doy de cara contra el grueso vidrio, me siento aún más desorientado.
Se supone que debería haber alguien en la casa pero no hay nadie, no hay nadie aparentemente pero siento una presencia en toda la casa.
Siento escalofríos pero abro la puerta de la cocina, giro la perilla color caoba y entro, me sirvo un vaso con agua pues la ansiedad me deja la boca seca. Miro alrededor, los muebles de la cocina son transparentes, puedo ver la refinada vajilla dentro, en los cajones de la parte baja puedo ver los relucientes cubiertos.
Lavo mi vaso y voy rumbo a la sala, me vuelvo a golpear con la puerta de vidrio, veo los muebles de cuero negro pero me da miedo sentarme. No sé a que parte de la casa ir, siento que hay alguien más, volteó y veo las caras deformadas de mi esposa y de mi hija. Una mueca grotesca deforma sus rostros, me desvanezco y desesperadamente me arrastro hacia la puerta de servicio, siento sus miradas detrás mío pero me da miedo volver la vista atrás, empujo la puerta y siento una ola de fuego que me quema, entre las llamas distingo una cara monstruosa. Grito aterrado y escucho la voz de mi esposa diciéndome que me despierte, que todo ha sido una pesadilla. Durante muchas noches se repitió el mismo sueño y lo sentí tan real, podría hasta dibujar esa casa. Algunas veces cuando cierro los ojos, la vuelvo a ver y siento el mismo terror. Quisiera no volver a entrar a esa casa pero no puedo estar tan seguro de que no volveré a entrar.
Puedo ver una gran cocina de aluminio reluciente en una habitación completamente impecable. La grifería es de lujo, la mesa es de un grueso cristal y el armazón de las sillas es de un color negro brillante.
Quiero atravesar la mampara y me doy de cara contra el grueso vidrio, me siento aún más desorientado.
Se supone que debería haber alguien en la casa pero no hay nadie, no hay nadie aparentemente pero siento una presencia en toda la casa.
Siento escalofríos pero abro la puerta de la cocina, giro la perilla color caoba y entro, me sirvo un vaso con agua pues la ansiedad me deja la boca seca. Miro alrededor, los muebles de la cocina son transparentes, puedo ver la refinada vajilla dentro, en los cajones de la parte baja puedo ver los relucientes cubiertos.
Lavo mi vaso y voy rumbo a la sala, me vuelvo a golpear con la puerta de vidrio, veo los muebles de cuero negro pero me da miedo sentarme. No sé a que parte de la casa ir, siento que hay alguien más, volteó y veo las caras deformadas de mi esposa y de mi hija. Una mueca grotesca deforma sus rostros, me desvanezco y desesperadamente me arrastro hacia la puerta de servicio, siento sus miradas detrás mío pero me da miedo volver la vista atrás, empujo la puerta y siento una ola de fuego que me quema, entre las llamas distingo una cara monstruosa. Grito aterrado y escucho la voz de mi esposa diciéndome que me despierte, que todo ha sido una pesadilla. Durante muchas noches se repitió el mismo sueño y lo sentí tan real, podría hasta dibujar esa casa. Algunas veces cuando cierro los ojos, la vuelvo a ver y siento el mismo terror. Quisiera no volver a entrar a esa casa pero no puedo estar tan seguro de que no volveré a entrar.
Contigo pero solo
Me levanto de madrugada para fumar un cigarrillo, no sé si tu te das cuenta de que ya no estoy en la cama en la que dormimos.
Sería un eufemismo decir que la compartimos, estamos casados y vivimos juntos, pero eso es solo una etiqueta. No compartimos nada en realidad, duermes en diagonal y te agarras toda la colcha. Duermo de costado pegado al borde de la cama y miro hacia la ventana que da al patio del primer piso.
El cuerpo tibio que antes me daba calor, ahora sólo me da frío.
Que te cojas toda la colcha es lo de menos, ese es un problema menor, mientras estoy echado recuerdo el tiempo cuando dormíamos abrazados y te acurrucabas para sentir calor.
Los tiempos cambian, me siento más solo que nunca, contigo pero solo. Lloro en silencio, nunca antes me he sentido tan infeliz y tan fuera de lugar.
Me levanto y cojo el encendedor y la cajetilla que pongo en el marco de la ventana. Voy al cuarto contiguo y veo dormir plácidamente a mi hija bebé, me sorprende que se mueva tanto. Me siento a su lado y sin hacer ruido la observo dormir un buen rato.
Me levanto y camino a oscuras, apenas distingo los muebles entre las penumbras. Abro la ventana del pasillo que da al patio, enciendo un cigarrillo, escucho los ronquidos de la empleada de la casa. Me pregunto cómo hace para ser tan feliz, cómo hace para sonreir siempre si trabaja como quince horas al día y mi esposa es la jefa más explotadora que he conocido.
Normalmente procuro llegar tarde a mi casa para no encontrar despierta a mi esposa, a veces encuentro despierto a la empleada y me pongo a conversar con ella, es la única persona de la casa que me recibe con una sonrisa y se alegra al verme llegar. Me sirve me comida y me pregunta como me va, me cuenta como estuvo mi hija durante el día. Sólo le falta hacerme el amor para comportarse como quisiera que se comporte mi esposa.
A la muchacha aparentemente no le molesta que no sea sociable, que sólo vea fútbol en la TV y que no me acuerde de todos los detalles de las historias que me cuenta.
Vuelvo a la realidad, una vida en común no se construye sólo a partir de esas condiciones, pero que bonito sería que la vida en común sea así de fácil. Lamentablemente no lo es.
Salgo de mi abstracción y camino hacia la puerta que da al pasillo de la calle, me apoyo en la baranda y miro las casas vecinas, veo sus luces apagadas y pienso que dentro de esas casas también se escriben historias tristes y de desesperación como la mía.
No sé cuántos cigarrillos he fumado y no sé qué hora es, pero comienza a clarear. Comienza un nuevo día.
Sería un eufemismo decir que la compartimos, estamos casados y vivimos juntos, pero eso es solo una etiqueta. No compartimos nada en realidad, duermes en diagonal y te agarras toda la colcha. Duermo de costado pegado al borde de la cama y miro hacia la ventana que da al patio del primer piso.
El cuerpo tibio que antes me daba calor, ahora sólo me da frío.
Que te cojas toda la colcha es lo de menos, ese es un problema menor, mientras estoy echado recuerdo el tiempo cuando dormíamos abrazados y te acurrucabas para sentir calor.
Los tiempos cambian, me siento más solo que nunca, contigo pero solo. Lloro en silencio, nunca antes me he sentido tan infeliz y tan fuera de lugar.
Me levanto y cojo el encendedor y la cajetilla que pongo en el marco de la ventana. Voy al cuarto contiguo y veo dormir plácidamente a mi hija bebé, me sorprende que se mueva tanto. Me siento a su lado y sin hacer ruido la observo dormir un buen rato.
Me levanto y camino a oscuras, apenas distingo los muebles entre las penumbras. Abro la ventana del pasillo que da al patio, enciendo un cigarrillo, escucho los ronquidos de la empleada de la casa. Me pregunto cómo hace para ser tan feliz, cómo hace para sonreir siempre si trabaja como quince horas al día y mi esposa es la jefa más explotadora que he conocido.
Normalmente procuro llegar tarde a mi casa para no encontrar despierta a mi esposa, a veces encuentro despierto a la empleada y me pongo a conversar con ella, es la única persona de la casa que me recibe con una sonrisa y se alegra al verme llegar. Me sirve me comida y me pregunta como me va, me cuenta como estuvo mi hija durante el día. Sólo le falta hacerme el amor para comportarse como quisiera que se comporte mi esposa.
A la muchacha aparentemente no le molesta que no sea sociable, que sólo vea fútbol en la TV y que no me acuerde de todos los detalles de las historias que me cuenta.
Vuelvo a la realidad, una vida en común no se construye sólo a partir de esas condiciones, pero que bonito sería que la vida en común sea así de fácil. Lamentablemente no lo es.
Salgo de mi abstracción y camino hacia la puerta que da al pasillo de la calle, me apoyo en la baranda y miro las casas vecinas, veo sus luces apagadas y pienso que dentro de esas casas también se escriben historias tristes y de desesperación como la mía.
No sé cuántos cigarrillos he fumado y no sé qué hora es, pero comienza a clarear. Comienza un nuevo día.
Perdóname
Hay días en los que me siento un hombre despreciable y siento que el amor que me das es inmerecido.
Tan grande como inmerecido.
Perdóname por haberme ido de la casa y faltar a la promesa que te hice.
Perdóname por enfadarme y no tener la paciencia que tú necesitas.
Perdóname por haberte hecho llorar de un grito.
Me siento culpable por haberte fallado, por no ser el padre que te mereces, por no darte la familia que te prometí, por no dedicarte el tiempo que te mereces.
Quisiera que la vida sea perfecta y poder pasar todo el tiempo contigo, jugar contigo con tus animales de juguete, construir casas para tus pequeños muñecos de caricatura y cargarte todo el tiempo que me lo pidas.
Tú no lo sabes y nunca lo sabrás, pero algunas noches lloro ante tu cuna mientras te veo dormir.
Eres la persona a quien más quiero y a quien más puedo querer, espero que algún día me perdones.
Eres una mejor persona que yo y tienen un corazón más grande, nunca lo pierdas, nunca lo malogres.
Tú eres perfecta, el imperfecto soy yo.
Eres lo mejor que me ha podido pasar en mi imperfecta vida, contigo pude conocer lo que es la perfección. Te amo hijita, te amo más que a mi vida.
Tan grande como inmerecido.
Perdóname por haberme ido de la casa y faltar a la promesa que te hice.
Perdóname por enfadarme y no tener la paciencia que tú necesitas.
Perdóname por haberte hecho llorar de un grito.
Me siento culpable por haberte fallado, por no ser el padre que te mereces, por no darte la familia que te prometí, por no dedicarte el tiempo que te mereces.
Quisiera que la vida sea perfecta y poder pasar todo el tiempo contigo, jugar contigo con tus animales de juguete, construir casas para tus pequeños muñecos de caricatura y cargarte todo el tiempo que me lo pidas.
Tú no lo sabes y nunca lo sabrás, pero algunas noches lloro ante tu cuna mientras te veo dormir.
Eres la persona a quien más quiero y a quien más puedo querer, espero que algún día me perdones.
Eres una mejor persona que yo y tienen un corazón más grande, nunca lo pierdas, nunca lo malogres.
Tú eres perfecta, el imperfecto soy yo.
Eres lo mejor que me ha podido pasar en mi imperfecta vida, contigo pude conocer lo que es la perfección. Te amo hijita, te amo más que a mi vida.
lunes, 25 de julio de 2011
Copa
Han pasado 16 años desde la última vez que la histórica celeste no sube al podio de campeón.
Recuerdo aquel ya lejano domingo 23 de julio de 1995, contigo a mi lado, tú querías que gane Brasil y yo quería que gane Uruguay, era el día de la gran final.
Habíamos visto juntos varios partidos de esa Copa América dejando las tareas escolares de lado (yo te hacía las de matemáticas y tú me hacías las de física) y la final no podía ser la excepción, teníamos que verla juntos.
Aquella tarde después de almorzar frugalmente, fui a tu casa que quedaba a unas cuadras de la mía. Tenga grabada la imagen de tu bella sonrisa enmarcada en la ventana del cuarto que compartías con tu hermana. Recuerdo con cariño a esa selección del Príncipe Francescoli, Daniel Fonseca, Gustavo Poyet, el Profesor Bengoechea y el Manteca Martínez. Francescoli es uno de mis ídolos futbolísticos, en algún momento contaré por qué, este es el momento de la Copa.
Ahora los héroes son Cachavacha Forlán, Luisito Suárez, el Ruso Pérez, Fernando Muslera y otros más.
Recuerdo tu sorpresa al oir las groserías que dije cuando Tulio metió el primer gol y también mi salto hasta el techo cuando el Profesor Bengoechea cobró el tiro libre que le dió a la Celeste el empate.
"Te lo dije, te lo dije...te dije que esa bola entraba, el Profesor no podía fallar" grité antes de abrazar tu pequeño y frágil cuerpo y besarte tantas, tantas veces.
Vimos la definición por penales tomados de las manos, tu pequeña mano encajaba perfectamente en mi manota de Pedro Picapiedra.
El penal del Manteca Martínez fue el éxtasis total, Uruguay empató a Argentina la cantidad de Copas América en el Centenario, ante Brasil en una definición por penales, a la uruguaya.
Ayer mientras veía la final con mi primo, no hacía más que recordarte, de rato en rato escuchaba los goles. No recuerdo el gol de Luisito Suárez, tampoco los de Forlán, pero recuerdo la comba perfecta del tiro libre de Bengoechea en el arco que está frente a la Colombes.
Hace mucho que no te veo, sé que tienes una hija que se llama como la mía y que eres feliz. Me alegra mucho eso, pero donde quiera que estés, a través de estas líneas que posiblemente nunca leas, quiero decirte lo mucho que te quise, fuiste la primera y la mejor. Sin ninguna duda fuiste la primera y la mejor para mí.
Recuerdo aquel ya lejano domingo 23 de julio de 1995, contigo a mi lado, tú querías que gane Brasil y yo quería que gane Uruguay, era el día de la gran final.
Habíamos visto juntos varios partidos de esa Copa América dejando las tareas escolares de lado (yo te hacía las de matemáticas y tú me hacías las de física) y la final no podía ser la excepción, teníamos que verla juntos.
Aquella tarde después de almorzar frugalmente, fui a tu casa que quedaba a unas cuadras de la mía. Tenga grabada la imagen de tu bella sonrisa enmarcada en la ventana del cuarto que compartías con tu hermana. Recuerdo con cariño a esa selección del Príncipe Francescoli, Daniel Fonseca, Gustavo Poyet, el Profesor Bengoechea y el Manteca Martínez. Francescoli es uno de mis ídolos futbolísticos, en algún momento contaré por qué, este es el momento de la Copa.
Ahora los héroes son Cachavacha Forlán, Luisito Suárez, el Ruso Pérez, Fernando Muslera y otros más.
Recuerdo tu sorpresa al oir las groserías que dije cuando Tulio metió el primer gol y también mi salto hasta el techo cuando el Profesor Bengoechea cobró el tiro libre que le dió a la Celeste el empate.
"Te lo dije, te lo dije...te dije que esa bola entraba, el Profesor no podía fallar" grité antes de abrazar tu pequeño y frágil cuerpo y besarte tantas, tantas veces.
Vimos la definición por penales tomados de las manos, tu pequeña mano encajaba perfectamente en mi manota de Pedro Picapiedra.
El penal del Manteca Martínez fue el éxtasis total, Uruguay empató a Argentina la cantidad de Copas América en el Centenario, ante Brasil en una definición por penales, a la uruguaya.
Ayer mientras veía la final con mi primo, no hacía más que recordarte, de rato en rato escuchaba los goles. No recuerdo el gol de Luisito Suárez, tampoco los de Forlán, pero recuerdo la comba perfecta del tiro libre de Bengoechea en el arco que está frente a la Colombes.
Hace mucho que no te veo, sé que tienes una hija que se llama como la mía y que eres feliz. Me alegra mucho eso, pero donde quiera que estés, a través de estas líneas que posiblemente nunca leas, quiero decirte lo mucho que te quise, fuiste la primera y la mejor. Sin ninguna duda fuiste la primera y la mejor para mí.
viernes, 22 de abril de 2011
Momentos de ti
Cuando comenzó todo esto, conversamos e intentamos definirlo pero no le encontramos ningún concepto asociado que le calce.
Recuerdo que te dije no quiero dominarte, ni quiero que me domines, solo quiero que la pasemos bien. Pase lo que pase que sea bonito.
En otra ocasión, te dije sé que tú también te irás. Te molestaste y me dijiste nunca más me compares con las otras. Nunca te he comparado, las comparaciones son odiosas y odio que me comparen. Pero desde el primer día tuve la sospecha de que no duraría para siempre, así en algún momento lo hayamos querido.
Sonreiste cuando te confesé que me das miedo. Si, me da miedo pensarte tanto y apostar tanto por ti. Me hiciste perder el control de mis emociones y pensamientos. Tú me puedes alterar en el sentido integral de la palabra.
Recuerdo la conexión tan fuerte que teníamos, me gustaba decirte que te puedo olfatear a distancia, sabía cuando estabas bajoneada así no te vea ni haya hablado contigo. Era especial.
Hemos hecho planes juntos, muchas veces imaginamos un futuro juntos, intentamos separar tiempo para dedicarlo al otro, por uno u otro motivo esos planes no se realizaron y creo que tampoco se realizarán.
Últimamente tuvimos desencuentros, no estuve cuando me necesitaste, dejó de interesarte lo que me interesa y te molestó mi forma de decir las cosas, perdí las ansias por verte y hablar contigo.
Ambos cumplimos nuestra promesa, siempre fue bonito, siempre fuiste bonita y eso es lo que queda.
Te quiero mucho, más de lo te imaginas, pero creo que ya comienzo a despedirme de tí.
Recuerdo que te dije no quiero dominarte, ni quiero que me domines, solo quiero que la pasemos bien. Pase lo que pase que sea bonito.
En otra ocasión, te dije sé que tú también te irás. Te molestaste y me dijiste nunca más me compares con las otras. Nunca te he comparado, las comparaciones son odiosas y odio que me comparen. Pero desde el primer día tuve la sospecha de que no duraría para siempre, así en algún momento lo hayamos querido.
Sonreiste cuando te confesé que me das miedo. Si, me da miedo pensarte tanto y apostar tanto por ti. Me hiciste perder el control de mis emociones y pensamientos. Tú me puedes alterar en el sentido integral de la palabra.
Recuerdo la conexión tan fuerte que teníamos, me gustaba decirte que te puedo olfatear a distancia, sabía cuando estabas bajoneada así no te vea ni haya hablado contigo. Era especial.
Hemos hecho planes juntos, muchas veces imaginamos un futuro juntos, intentamos separar tiempo para dedicarlo al otro, por uno u otro motivo esos planes no se realizaron y creo que tampoco se realizarán.
Últimamente tuvimos desencuentros, no estuve cuando me necesitaste, dejó de interesarte lo que me interesa y te molestó mi forma de decir las cosas, perdí las ansias por verte y hablar contigo.
Ambos cumplimos nuestra promesa, siempre fue bonito, siempre fuiste bonita y eso es lo que queda.
Te quiero mucho, más de lo te imaginas, pero creo que ya comienzo a despedirme de tí.
Todo da vueltas
Hasta hace no poco tiempo, llamaba a Trigger para invitarla a salir. Ir al cine, a tomar un trago o comer, asistir a un concierto, sea lo que fuere, era buena opción. Lo habitual desde que la conozco, es que esos planes queden truncos. Pero eventualmente se concretaban y cuando era así, eran jornadas memorables.
Me gustaba mucho su compañia, porque compartimos en buena parte los mismos gustos musicales, tenemos varios conocidos en común y nuestras vidas son similares en algunos aspectos.
Cuando me casé dejé de verla, hasta que volvimos a frecuentarnos poco antes del fin de mi matrimonio, después de eso, nos hemos visto algunas veces.
Debes recordar con una sonrisa que la última vez fui a verte, literalmente bajando del avión. Hubiera querido no ir nunca a ese encuentro. A partir de esa noche, las cosas cambiaron entre nosotros y todo parece indicar que ese cambio será permanente.
Es voz común que en toda relación (o subespecie de relación) siempre hay una parte que está más interesado en la otra. Es un rol que en más de una oportunidad me ha tocado desempeñar, aunque a veces me averguence reconocerlo.
La melosería propia del último encuentro se disipó tras esa madrugada. Un te quiero forzado por las circunstacias, olfatear tu aroma como de costumbre, hacerte cosquillas con mi bigote, saborear tus labios, pellizcarte mientras escondes tus manos (porque no te gusta como son), contarte las pecas...lo que antes esperaba con ansias, ya no me llama la atención.
Es raro, me siento raro, durante buen tiempo yo he sido el interesado en pasar tiempo contigo, pero las últimas veces yo he sido el que te ha plantado. Cena, concierto, discoteca, por citar las últimas 3 ocasiones.
Los años han pasado y ni tú ni yo estamos en nuestro mejor momento como cuando nos conocimos. Sigues siendo guapa y sigues siendo medianamente interesante, pero ya no me provoca verte.
Esbozo una sonrisa cuando me dices cuándo nos vemos o me propones alguna actividad y hago lo mismo mientras te respondo que para otra vez será. Tal y como lo hacías tú. Todo da vueltas me decía un viejo amigo. Todo da vueltas.
Me gustaba mucho su compañia, porque compartimos en buena parte los mismos gustos musicales, tenemos varios conocidos en común y nuestras vidas son similares en algunos aspectos.
Cuando me casé dejé de verla, hasta que volvimos a frecuentarnos poco antes del fin de mi matrimonio, después de eso, nos hemos visto algunas veces.
Debes recordar con una sonrisa que la última vez fui a verte, literalmente bajando del avión. Hubiera querido no ir nunca a ese encuentro. A partir de esa noche, las cosas cambiaron entre nosotros y todo parece indicar que ese cambio será permanente.
Es voz común que en toda relación (o subespecie de relación) siempre hay una parte que está más interesado en la otra. Es un rol que en más de una oportunidad me ha tocado desempeñar, aunque a veces me averguence reconocerlo.
La melosería propia del último encuentro se disipó tras esa madrugada. Un te quiero forzado por las circunstacias, olfatear tu aroma como de costumbre, hacerte cosquillas con mi bigote, saborear tus labios, pellizcarte mientras escondes tus manos (porque no te gusta como son), contarte las pecas...lo que antes esperaba con ansias, ya no me llama la atención.
Es raro, me siento raro, durante buen tiempo yo he sido el interesado en pasar tiempo contigo, pero las últimas veces yo he sido el que te ha plantado. Cena, concierto, discoteca, por citar las últimas 3 ocasiones.
Los años han pasado y ni tú ni yo estamos en nuestro mejor momento como cuando nos conocimos. Sigues siendo guapa y sigues siendo medianamente interesante, pero ya no me provoca verte.
Esbozo una sonrisa cuando me dices cuándo nos vemos o me propones alguna actividad y hago lo mismo mientras te respondo que para otra vez será. Tal y como lo hacías tú. Todo da vueltas me decía un viejo amigo. Todo da vueltas.
viernes, 11 de marzo de 2011
La gorda feliz
Quien me conoce sabe que no me gusta bailar, mucho menos me gusta la música que las mayorías definen como "alegre". No aguanto mucho rato la música que aquí llaman "pachanga".
Eso no quita que eventualmente vaya a fiestas. No lo puedo evitar así quisiera, es parte de mi trabajo. Suena raro, pero es parte de mi trabajo estar ahí. Estar ahí y ver a la gente bailar canciones pegadizas de letras tontas, verlos hacer coreografías, verlos brincar extasiados cuando suena el pitido que anuncia el inicio de la llamada hora loca. Algunas veces yo también me mezclo entre la multitud y hago lo mismo. No lo voy a negar.
Alguna vez una compañera de trabajo me preguntó si me gustan las baladas, dije que no y me respondió entonces nunca te has enamorado. No lo sé, supongo que si me casé hace unos años, fue porque debo haber estado enamorado. O creí estarlo. Creo que si la amé, estoy convencido de eso, pero con los años uno recuerda cómo percibió la realidad en ese momento. No cómo sucedieron las cosas en realidad.
Mi ex esposa dice que nunca la amé, porque por definición (suya) el amor verdadero es eterno. Dejé de amarla (ficticiamente porque si hubiera sido real nunca habría podido dejar de amarla), ergo, nunca la amé de verdad. Viéndolo escrito me parece una gran estupidez lo que dijo, un juego de palabras burdo, pero en el momento bastó para hacerme sentir bastante mal.
A mi ex esposa nunca le gustó la música que yo escucho. Decía que si se suponía que estaba feliz, debía escuchar canciones "alegres". En algún momento de mi matrimonio, fui feliz, o creo haberlo sido. Pero nunca me ha provocado escuchar canciones "alegres".
Nunca me verás sintonizar la radio en una estación salsera para alegrarme el día, como me hace algunos días me dijiste que tú acostumbras hacer. Tampoco voy a dedicarte una meliflua balada-salsera (o salsa-balada) de Marc Anthony. Antes que eso, preferiría no verte nunca más.
Quizás nunca sea un hombre feliz, quizás nunca lo fui, pero cuando vi en aquella discoteca a la gorda feliz supe que estaba viendo a una persona especial.
De mala gana había accedido a ir a esa discoteca con unos amigos, pero ante la insistencia de uno de ellos acepté ser parte del grupo.
Pasada la medianoche entramos en grupo y nos ubicamos en diferentes lugares. Mientras me tomaba una cerveza pensaba cuánto rato iría a estar ahí y observaba con curiosidad al animador que se cree ingenioso convocando a un concurso de baile, a la pareja de baile que baila para lucirse ante los demás, al grupo de chicas solas que gusta de ignorar a los chicos que las sacan a bailar.
Nunca supe tu nombre, nunca lo sabré. Tan sudorosa como jubilosa, te distinguí en medio de ese mar humano. Parecías estar sola, absorta moviéndote al compás de aquella canción.
Me llamaste la atención por un motivo. Yo me sentía tan fuera de lugar como tú te mostrabas tan feliz.
Parecías saber los pasos de baile precisos, en tu rostro había una expresión de concentración pero a la vez te mostrabas exultante.
Desde aquella noche cada vez que entro a una discoteca, te busco, busco a la gorda feliz. O a una que sea como tú. Quiero que me expliques cómo hacer para pasarla bien. Quizás ser despreocupado, quizás olvidar por un momento que esa música no me gusta o quizás algún secreto que espero alguna vez me reveles.
Eso no quita que eventualmente vaya a fiestas. No lo puedo evitar así quisiera, es parte de mi trabajo. Suena raro, pero es parte de mi trabajo estar ahí. Estar ahí y ver a la gente bailar canciones pegadizas de letras tontas, verlos hacer coreografías, verlos brincar extasiados cuando suena el pitido que anuncia el inicio de la llamada hora loca. Algunas veces yo también me mezclo entre la multitud y hago lo mismo. No lo voy a negar.
Alguna vez una compañera de trabajo me preguntó si me gustan las baladas, dije que no y me respondió entonces nunca te has enamorado. No lo sé, supongo que si me casé hace unos años, fue porque debo haber estado enamorado. O creí estarlo. Creo que si la amé, estoy convencido de eso, pero con los años uno recuerda cómo percibió la realidad en ese momento. No cómo sucedieron las cosas en realidad.
Mi ex esposa dice que nunca la amé, porque por definición (suya) el amor verdadero es eterno. Dejé de amarla (ficticiamente porque si hubiera sido real nunca habría podido dejar de amarla), ergo, nunca la amé de verdad. Viéndolo escrito me parece una gran estupidez lo que dijo, un juego de palabras burdo, pero en el momento bastó para hacerme sentir bastante mal.
A mi ex esposa nunca le gustó la música que yo escucho. Decía que si se suponía que estaba feliz, debía escuchar canciones "alegres". En algún momento de mi matrimonio, fui feliz, o creo haberlo sido. Pero nunca me ha provocado escuchar canciones "alegres".
Nunca me verás sintonizar la radio en una estación salsera para alegrarme el día, como me hace algunos días me dijiste que tú acostumbras hacer. Tampoco voy a dedicarte una meliflua balada-salsera (o salsa-balada) de Marc Anthony. Antes que eso, preferiría no verte nunca más.
Quizás nunca sea un hombre feliz, quizás nunca lo fui, pero cuando vi en aquella discoteca a la gorda feliz supe que estaba viendo a una persona especial.
De mala gana había accedido a ir a esa discoteca con unos amigos, pero ante la insistencia de uno de ellos acepté ser parte del grupo.
Pasada la medianoche entramos en grupo y nos ubicamos en diferentes lugares. Mientras me tomaba una cerveza pensaba cuánto rato iría a estar ahí y observaba con curiosidad al animador que se cree ingenioso convocando a un concurso de baile, a la pareja de baile que baila para lucirse ante los demás, al grupo de chicas solas que gusta de ignorar a los chicos que las sacan a bailar.
Nunca supe tu nombre, nunca lo sabré. Tan sudorosa como jubilosa, te distinguí en medio de ese mar humano. Parecías estar sola, absorta moviéndote al compás de aquella canción.
Me llamaste la atención por un motivo. Yo me sentía tan fuera de lugar como tú te mostrabas tan feliz.
Parecías saber los pasos de baile precisos, en tu rostro había una expresión de concentración pero a la vez te mostrabas exultante.
Desde aquella noche cada vez que entro a una discoteca, te busco, busco a la gorda feliz. O a una que sea como tú. Quiero que me expliques cómo hacer para pasarla bien. Quizás ser despreocupado, quizás olvidar por un momento que esa música no me gusta o quizás algún secreto que espero alguna vez me reveles.
lunes, 7 de marzo de 2011
Valentín
Han pasado 3 semanas desde el 14 de febrero. Confieso que nunca me gustó ese día, sólo hay uno que recuerdo y me hace sonreir. Fue hace muchos años, mi hermano me abrazó y me dijo feliz día de la amistad, gracias por ser mi mejor amigo. Aunque nuestras vidas hayan tomado rumbos diferentes, sabes que siempre estaré ahí para ti. Y sé que tú siempre estarás ahí para mí. Es el único San Valentín que recuerdo con cariño.
Después de ese, nada digno de recordarse. Ni siquiera cuando estuve casado tuve catorces de febrero para recordar con cariño. Sólo recuerdos amargos o en el mejor de los casos, salidas con personas de paso intrascendente en mi vida.
Un día como ése fue la primera vez que me dijiste que me vaya de la casa, ya habíamos hablado de que nuestro matrimonio no daba para más, pero esa fue la primera vez que me dijiste claramente que querías que me vaya.
A veces pienso en que escogiste a propósito ese día para decírmelo, siempre envidié ese timing tan tuyo para golpearme en el momento preciso para hacerme sentir más el golpe. Me conoces muy bien, aprendiste a conocerme bien, te dejé que me conozcas bien. Te dejé ver más allá del personaje que construí para que perciba el mundo.
Pienso y pienso, recuerdo y recuerdo. Y no se me viene ningún catorce de febrero que valga la pena recordar. Sólo un par que me hacen esbozar una sonrisa, pues habrán sido personajes intrascendentes pero fueron una buena compañía para ese momento.
He llegado a la conclusión, después de tantos años de que yo no sirvo para hacer planes en fechas de celebraciones masivas. No esperes que vaya a tu fiesta de cumpleaños, tampoco un detalle de San Valentín, no te pediré que me acompañes en mi cumpleaños, no te haré ningún regalo de Navidad, ni recibiremos juntos el Año Nuevo. Nunca lo esperes de mí. Nunca.
Después de ese, nada digno de recordarse. Ni siquiera cuando estuve casado tuve catorces de febrero para recordar con cariño. Sólo recuerdos amargos o en el mejor de los casos, salidas con personas de paso intrascendente en mi vida.
Un día como ése fue la primera vez que me dijiste que me vaya de la casa, ya habíamos hablado de que nuestro matrimonio no daba para más, pero esa fue la primera vez que me dijiste claramente que querías que me vaya.
A veces pienso en que escogiste a propósito ese día para decírmelo, siempre envidié ese timing tan tuyo para golpearme en el momento preciso para hacerme sentir más el golpe. Me conoces muy bien, aprendiste a conocerme bien, te dejé que me conozcas bien. Te dejé ver más allá del personaje que construí para que perciba el mundo.
Pienso y pienso, recuerdo y recuerdo. Y no se me viene ningún catorce de febrero que valga la pena recordar. Sólo un par que me hacen esbozar una sonrisa, pues habrán sido personajes intrascendentes pero fueron una buena compañía para ese momento.
He llegado a la conclusión, después de tantos años de que yo no sirvo para hacer planes en fechas de celebraciones masivas. No esperes que vaya a tu fiesta de cumpleaños, tampoco un detalle de San Valentín, no te pediré que me acompañes en mi cumpleaños, no te haré ningún regalo de Navidad, ni recibiremos juntos el Año Nuevo. Nunca lo esperes de mí. Nunca.
lunes, 21 de febrero de 2011
Por qué uso este nombre
Mi hermana es una de mis mejores amigas, hace algunos meses conversábamos sobre cómo te perciben las personas que están a tu alrededor. Hay algo que es muy cierto y no siempre reparamos en ello, una cosa es como eres tú y otra es como te percibe el resto. Yo le dije cómo la percibo y ella me dijo cómo me percibe. Introspectivo, taciturno, lacónico y melancólico. Sólo atiné a sonreir cuando terminó de hablar, no suena muy atractivo ni interesante le dije. Eres una de las personas más cercanas de mi entorno y tu opinión es válida, concluí la conversación mientras daba media vuelta rumbo a mi habitación.
Entre los libros a los que más regreso está El Lobo Estepario (de Hermann Hesse por si no lo han leído). Durante mucho tiempo me sentí y aún ahora me siento identificado con Harry Haller.
En más de una ocasión te identifico con Harry pues tenemos muchas cosas en común. Hace unos meses te envié unos pasajes y me respondiste una palabra: interesante.
Cuando beso tus delgados labios, cuando siento tu nariz fría, cuando veo tus grandes ojos chispeantes, puedo ver mi reflejo en ti. Nunca te lo dicho, pero supongo que lo debes haber notado. La gran sonrisa que muestro al verte no es mera casualidad.
Cuando nos conocimos hicimos un pacto, hasta ahora lo estamos cumpliendo y creo que lo seguiremos cumpliendo durante mucho tiempo más.
Lo que toca ahora es que me enseñes a bailar fox-trot y a jugar el juego de las figuras.
Entre los libros a los que más regreso está El Lobo Estepario (de Hermann Hesse por si no lo han leído). Durante mucho tiempo me sentí y aún ahora me siento identificado con Harry Haller.
En más de una ocasión te identifico con Harry pues tenemos muchas cosas en común. Hace unos meses te envié unos pasajes y me respondiste una palabra: interesante.
¿Recuerdas esta frase? "Voy a jugar contigo a vida o muerte, (...) y quiero enseñarte mis cartas boca arriba antes de que empecemos a jugar."
Alguna de nuestras conversaciones fue similar a la de Harry y Armanda en el restaurante. La recuerdo mucho, tú eres olvidadiza y yo tengo buena memoria, en ese aspecto nos complementamos a la perfección.Cuando beso tus delgados labios, cuando siento tu nariz fría, cuando veo tus grandes ojos chispeantes, puedo ver mi reflejo en ti. Nunca te lo dicho, pero supongo que lo debes haber notado. La gran sonrisa que muestro al verte no es mera casualidad.
Cuando nos conocimos hicimos un pacto, hasta ahora lo estamos cumpliendo y creo que lo seguiremos cumpliendo durante mucho tiempo más.
Lo que toca ahora es que me enseñes a bailar fox-trot y a jugar el juego de las figuras.
jueves, 3 de febrero de 2011
Aroma
Cada vez que llego a la casa me pides que te cargue, me abrazas muy fuerte y me pides que no te baje.
Te ríes cuando te hago cosquillas al comenzar a olerte. Quiero guardar tu olor en mi memoria.
Desde que naciste me gusta olerte, cuando recién naciste te hacía dormir sobre mi pecho.
En las madrugadas me levantaba a cambiarte, darte tu biberón y hacerte dormir. Me gustaba hacerlo, sentir tu pequeño cuerpo tibio, escuchar tus gorjeos, mecerte hasta que te duermas. No lo sabías, o quizás si, pero teníamos una ruta. Atravesábamos la sala y la cocina en sentido antihorario, dábamos vueltas un aproximado de 40 minutos.
Cuando te sentía profundamente dormida, te llevaba a tu cuna que estaba en el cuarto contiguo al mío. Verte dormir tan plácidamente me hacía sentir paz interior y el amor más grande que puedo ofrecer. Me quedaba parado al pie de tu cuna para observarte dormir. Sólo eso, verte dormir.
Te prometí que nunca nos separaríamos, pero lo hice. Algún día me reclamarás la promesa incumplida. Me reclamarás por qué me fui si te quiero tanto.
Porque te quiero tanto me fui, no quise que tengas como padre al hombre en que me estaba convirtiendo. No quise que veas peleas, no quise que veas mi peor versión.
Cuando regresé a la casa de mis padres, vestí a un peluche con tu ropa para sentir tu olor. Por mucho tiempo me seguía levantando de madrugada a la hora que me tocaba cambiarte, darte tu biberón y mecerte.
Pensaba en si tu mamá lo haría, recordaba que ella no te podía hacer dormir y me dejaba esa tarea a mí.
Eres lo mejor que me pasó en la vida. Quizás tenga otros hijos, pero ninguno será como tú. Tú eres la primera, nunca habrá otra como tú. Te pareces y no te pareces a mí. Para mí eres perfecta.
Te ríes cuando te hago cosquillas al comenzar a olerte. Quiero guardar tu olor en mi memoria.
Desde que naciste me gusta olerte, cuando recién naciste te hacía dormir sobre mi pecho.
En las madrugadas me levantaba a cambiarte, darte tu biberón y hacerte dormir. Me gustaba hacerlo, sentir tu pequeño cuerpo tibio, escuchar tus gorjeos, mecerte hasta que te duermas. No lo sabías, o quizás si, pero teníamos una ruta. Atravesábamos la sala y la cocina en sentido antihorario, dábamos vueltas un aproximado de 40 minutos.
Cuando te sentía profundamente dormida, te llevaba a tu cuna que estaba en el cuarto contiguo al mío. Verte dormir tan plácidamente me hacía sentir paz interior y el amor más grande que puedo ofrecer. Me quedaba parado al pie de tu cuna para observarte dormir. Sólo eso, verte dormir.
Te prometí que nunca nos separaríamos, pero lo hice. Algún día me reclamarás la promesa incumplida. Me reclamarás por qué me fui si te quiero tanto.
Porque te quiero tanto me fui, no quise que tengas como padre al hombre en que me estaba convirtiendo. No quise que veas peleas, no quise que veas mi peor versión.
Cuando regresé a la casa de mis padres, vestí a un peluche con tu ropa para sentir tu olor. Por mucho tiempo me seguía levantando de madrugada a la hora que me tocaba cambiarte, darte tu biberón y mecerte.
Pensaba en si tu mamá lo haría, recordaba que ella no te podía hacer dormir y me dejaba esa tarea a mí.
Eres lo mejor que me pasó en la vida. Quizás tenga otros hijos, pero ninguno será como tú. Tú eres la primera, nunca habrá otra como tú. Te pareces y no te pareces a mí. Para mí eres perfecta.
martes, 1 de febrero de 2011
Sonrisa
Uno de mis mejores amigos es dentista, él es el único amigo de mi época escolar que frecuento. Hace un buen tiempo, en una de las consultas, que son excusa perfecta para tener largas conversaciones, observó que mis dientes están más desgastados de lo que corresponde a mi edad y llegó a la conclusión de que mis dientes rechinan de noche.
Yo pensaba que eso sólo le pasaba a la gente que tiene parásitos, al menos eso se lo he escuchado decir muchas veces a mi mamá. No sé si será otro de los mitos urbanos que circulan porque hasta donde sé, yo no tengo parásitos pero mis dientes rechinan. De eso si estoy seguro.
Para evitar el desgaste, me hizo una férula con el molde de mis dientes. Cuando mi pequeña hija la vio, la cogió y comenzó a correr gritando "papá no dientes", "papá no dientes".
La verdad es que si tengo dientes, están completos, chuecos pero completos. Me siento como un boxeador cuando me coloco esa férula antes de dormir, pero es efectiva. Ya no se me ha vuelto a salir la mandíbula de su lugar, que era otra de las consecuencias del rechinar de mis dientes.
Cuando hace unos meses te conté que se me había salido la mandíbula de su sitio no pudiste aguantar la risa. Tu historia al respecto también es bastante graciosa y tampoco pude aguantar la risa.
Hace unas horas te pregunté si te gustaba mi sonrisa. Dijiste si me gusta, con tus dientes chuecos y todo, no se ve mal. Momentos antes me dijiste que nunca me habías visto triste, eso quiere decir que en el último año he estado en líneas generales contento y sonriente.
Hace algunos años me casé y estaba muy feliz. Un viejo amigo, al que no veo hace mucho tiempo, fue quien tomó las fotos. Al finalizar su trabajo me dijo, me haces sentir frustrado como fotógrafo. En todas las fotos sales con una mueca grotesca. Esa es mi sonrisa por si no te habías dado cuenta le respondí.
Otro de mis mejores amigos vivía por mi casa, cuando estudiaba en la universidad su casa era el punto de reunión. Siempre después de clases iba a buscarlo para escuchar música o tomar un trago. Normalmente esto último. En esa época aún no era abstemio. Una de esas visitas coincidió con el cumpleaños de su mamá o de su tía. No recuerdo bien. Como soy casi de la familia, me invitaron a quedarme. Después de un buen rato, una comensal que no recuerdo quien era preguntó quién es ese joven que no habla y no sonríe. Ese joven era yo como deben suponer. Esa noche la mamá de mi amigo en medio de todos me dijo tú no te ríes, tú te burlas. Y es cierto.
Hace varios años una compañera de trabajo que se sentaba a mi costado vio la marca que dejaron mis dientes en la manzana que comí esa tarde. Tu mordida parece la que dejaría un tiburón dijo. Cuando escuche eso, recordé aquel número de National Geographic de monstruos marinos prehistóricos con gigantescos colmillos y varias hileras de dientes (si mal no recuerdo es de la primera mitad del 2005). Sólo atiné a responder, lo tomaré por el lado amable y sonreí.
Hace varios años decidí nunca enderezarme los dientes. Muchas cosas se han dicho sobre mi sonrisa y mis dientes. Y no los voy a cambiar.
Yo pensaba que eso sólo le pasaba a la gente que tiene parásitos, al menos eso se lo he escuchado decir muchas veces a mi mamá. No sé si será otro de los mitos urbanos que circulan porque hasta donde sé, yo no tengo parásitos pero mis dientes rechinan. De eso si estoy seguro.
Para evitar el desgaste, me hizo una férula con el molde de mis dientes. Cuando mi pequeña hija la vio, la cogió y comenzó a correr gritando "papá no dientes", "papá no dientes".
La verdad es que si tengo dientes, están completos, chuecos pero completos. Me siento como un boxeador cuando me coloco esa férula antes de dormir, pero es efectiva. Ya no se me ha vuelto a salir la mandíbula de su lugar, que era otra de las consecuencias del rechinar de mis dientes.
Cuando hace unos meses te conté que se me había salido la mandíbula de su sitio no pudiste aguantar la risa. Tu historia al respecto también es bastante graciosa y tampoco pude aguantar la risa.
Hace unas horas te pregunté si te gustaba mi sonrisa. Dijiste si me gusta, con tus dientes chuecos y todo, no se ve mal. Momentos antes me dijiste que nunca me habías visto triste, eso quiere decir que en el último año he estado en líneas generales contento y sonriente.
Hace algunos años me casé y estaba muy feliz. Un viejo amigo, al que no veo hace mucho tiempo, fue quien tomó las fotos. Al finalizar su trabajo me dijo, me haces sentir frustrado como fotógrafo. En todas las fotos sales con una mueca grotesca. Esa es mi sonrisa por si no te habías dado cuenta le respondí.
Otro de mis mejores amigos vivía por mi casa, cuando estudiaba en la universidad su casa era el punto de reunión. Siempre después de clases iba a buscarlo para escuchar música o tomar un trago. Normalmente esto último. En esa época aún no era abstemio. Una de esas visitas coincidió con el cumpleaños de su mamá o de su tía. No recuerdo bien. Como soy casi de la familia, me invitaron a quedarme. Después de un buen rato, una comensal que no recuerdo quien era preguntó quién es ese joven que no habla y no sonríe. Ese joven era yo como deben suponer. Esa noche la mamá de mi amigo en medio de todos me dijo tú no te ríes, tú te burlas. Y es cierto.
Hace varios años una compañera de trabajo que se sentaba a mi costado vio la marca que dejaron mis dientes en la manzana que comí esa tarde. Tu mordida parece la que dejaría un tiburón dijo. Cuando escuche eso, recordé aquel número de National Geographic de monstruos marinos prehistóricos con gigantescos colmillos y varias hileras de dientes (si mal no recuerdo es de la primera mitad del 2005). Sólo atiné a responder, lo tomaré por el lado amable y sonreí.
Hace varios años decidí nunca enderezarme los dientes. Muchas cosas se han dicho sobre mi sonrisa y mis dientes. Y no los voy a cambiar.
lunes, 31 de enero de 2011
Me gusta parecerme a ti
Hoy escribo porque te extraño mucho, te extraño pero ya no puedo hacer nada para dejar de extrañarte. Nunca te volveré a ver, ni volveré a hablar contigo. Nunca volveré a escuchar tu ruidosa risa, sentir tus palmadas en mi espalda, ya no me darás tus heterodoxos consejos ni veremos juntos box, lucha libre ni fútbol.
No uso bigote como te lo prometí, pero sigo afiliado al partido político de tus apasionadas simpatías. Debo confesar que desde que comencé a votar, voto por ese partido, aún a pesar de que esté en las antípodas de mis reales simpatías políticas.
Hace unas semanas regresé a mi casa después de estar unas semanas fuera, días después mi mamá me dijo conforme pasan los años te pareces más a él. Tu barba y pelo crespos, tu frente (cada vez más) amplia, tu piel tostada por el sol, te vi y vi a mi papá dijo.
El recuerdo más lejano que tengo contigo es que yo corro la subida del pueblo y tu me cargas. Usabas la barba que yo no puedo usar en mi trabajo y tu sonora carcajada aún resuena. El recuerdo más lejano que tiene mi mamá de ti, eres tú a la edad que yo tengo actualmente.
Eras hincha de un equipo de fugaz paso por la primera división, uno de cuyos mayores logros fue cobijar las últimas luces de un ex mundialista que pasó por grandes equipos. Le cogiste cariño al equipo del que soy hincha y juntos veíamos los partidos que jugaba. Te alegrabas cuando me veías alegre y renegabas cuando me veías renegar.
Pasábamos horas hablando de novelas de bolsillo policiales y de vaqueros, veíamos box y lucha libre.
Me contabas historias de tu juventud, cuando el partido estaba fuera de la ley, viviste más de un golpe de estado y más de una dictadura.
Aprendí mucho contigo. Más de lo que aprendí en la universidad y de lo que me dicen mis amigos.
Eras al único al que le escuchaba consejos, si hubieras estado vivo, no me hubiera casado (en todo caso, no me hubiera casado con ella), pero te fuiste muy pronto y falto tiempo para que me transmitas todo lo que sabías.
Eras un hombre de pocas pulgas y la lisura era un sello tuyo. Me gusta parecerme a ti. Si había de parecerme a alguien, me alegra que sea a ti.
No uso bigote como te lo prometí, pero sigo afiliado al partido político de tus apasionadas simpatías. Debo confesar que desde que comencé a votar, voto por ese partido, aún a pesar de que esté en las antípodas de mis reales simpatías políticas.
Hace unas semanas regresé a mi casa después de estar unas semanas fuera, días después mi mamá me dijo conforme pasan los años te pareces más a él. Tu barba y pelo crespos, tu frente (cada vez más) amplia, tu piel tostada por el sol, te vi y vi a mi papá dijo.
El recuerdo más lejano que tengo contigo es que yo corro la subida del pueblo y tu me cargas. Usabas la barba que yo no puedo usar en mi trabajo y tu sonora carcajada aún resuena. El recuerdo más lejano que tiene mi mamá de ti, eres tú a la edad que yo tengo actualmente.
Eras hincha de un equipo de fugaz paso por la primera división, uno de cuyos mayores logros fue cobijar las últimas luces de un ex mundialista que pasó por grandes equipos. Le cogiste cariño al equipo del que soy hincha y juntos veíamos los partidos que jugaba. Te alegrabas cuando me veías alegre y renegabas cuando me veías renegar.
Pasábamos horas hablando de novelas de bolsillo policiales y de vaqueros, veíamos box y lucha libre.
Me contabas historias de tu juventud, cuando el partido estaba fuera de la ley, viviste más de un golpe de estado y más de una dictadura.
Aprendí mucho contigo. Más de lo que aprendí en la universidad y de lo que me dicen mis amigos.
Eras al único al que le escuchaba consejos, si hubieras estado vivo, no me hubiera casado (en todo caso, no me hubiera casado con ella), pero te fuiste muy pronto y falto tiempo para que me transmitas todo lo que sabías.
Eras un hombre de pocas pulgas y la lisura era un sello tuyo. Me gusta parecerme a ti. Si había de parecerme a alguien, me alegra que sea a ti.
miércoles, 26 de enero de 2011
Outsider
Cuando te conocí, usabas una vieja casaca de cuero, un polo blanco viejo y gastado. Y unos jeans que hacía muchos años fueron azules. Tus viejos zapatones de obrero estaban pelados por el uso.
Me llamaste calabacito e hijito de papá por venir de un colegio privado, no conocer la teoría del caos y no estudiar becado. Sólo atiné a sonreir, por lo menos me dices lo que piensas de mí en mi cara pensé.
Las redes sociales me causan gracia, las usamos (porque yo también pertenezco a una) para vender al mundo un personaje. El excéntrico, el amigable, el pensador, el hombre dedicado a su familia, la mujer enamorada, el hombre transparente. Tantos personajes como personas existen.
Hace algunos años te vi por última vez. Viste el aro en mi mano derecha (y a mi esposa embarazada) y riendo aparotasamente me dijiste te vendiste al sistema, te vendiste al sistema, eres un hombre formal.
No sé si mi esposa no lo oyó o de puro milagro no le vinieron contracciones pero se apartó y me dejó a solas con él.
Eras el hombre más misógino que he conocido, sólo ibas a los lugares más subterráneos de la ciudad, odiabas (aún más que yo) las fiestas bulliciosas y el ritual de conquista. Criticabas ácidamente la sociedad clasemediera de nuestra chata ciudad.
La última vez que me hablaste, fue cuando me llamaste por teléfono, no sé cómo lo conseguiste, pero en fin, ahí estaba yo hablando contigo un sábado por la tarde sin planes (para variar). Me llamaste por mi apellido como acostumbrabas hacer en aquellos lejanos tiempos. Me dijiste vamos a la discoteca más cara de la ciudad a tomarnos un whiskey (¿así se escribe?) porque ya no tomas cerveza como yo. A lo sumo, tomas vino dijiste. Sigues siendo del populacho respondiste cuando te dije no tengo ni plata ni ganas de ir a esa discoteca. La verdad así tenga un millón de dólares para gastar, no lo gastaría en ir a esos lugares.
No recuerdo que más te dije o si te mande a volar, lo único que recuerdo es que hace algunos meses te vi en una red social. Tienes una relación con una chica que publica todo los días frases empalagosas sobre ti, por las fotos veo que sigues yendo a las discotecas exclusivas de moda. No puedes llevarla a donde ibas cuando te conocí. No sería propio, ahora eres un hombre de mediano éxito que mantiene un estatus de vida.
Me gustaría verte y decirte lo mismo: te has vendido al sistema. Repetirte tus absurdas frases cliché de antaño delante de tu novia y ver tu reacción. Y la de ella también. ¿A cuál Outsider conoció ella? ¿Qué personaje le vendiste? Todos vendemos un personaje, eso ahora lo tengo claro.
Me llamaste calabacito e hijito de papá por venir de un colegio privado, no conocer la teoría del caos y no estudiar becado. Sólo atiné a sonreir, por lo menos me dices lo que piensas de mí en mi cara pensé.
Las redes sociales me causan gracia, las usamos (porque yo también pertenezco a una) para vender al mundo un personaje. El excéntrico, el amigable, el pensador, el hombre dedicado a su familia, la mujer enamorada, el hombre transparente. Tantos personajes como personas existen.
Hace algunos años te vi por última vez. Viste el aro en mi mano derecha (y a mi esposa embarazada) y riendo aparotasamente me dijiste te vendiste al sistema, te vendiste al sistema, eres un hombre formal.
No sé si mi esposa no lo oyó o de puro milagro no le vinieron contracciones pero se apartó y me dejó a solas con él.
Eras el hombre más misógino que he conocido, sólo ibas a los lugares más subterráneos de la ciudad, odiabas (aún más que yo) las fiestas bulliciosas y el ritual de conquista. Criticabas ácidamente la sociedad clasemediera de nuestra chata ciudad.
La última vez que me hablaste, fue cuando me llamaste por teléfono, no sé cómo lo conseguiste, pero en fin, ahí estaba yo hablando contigo un sábado por la tarde sin planes (para variar). Me llamaste por mi apellido como acostumbrabas hacer en aquellos lejanos tiempos. Me dijiste vamos a la discoteca más cara de la ciudad a tomarnos un whiskey (¿así se escribe?) porque ya no tomas cerveza como yo. A lo sumo, tomas vino dijiste. Sigues siendo del populacho respondiste cuando te dije no tengo ni plata ni ganas de ir a esa discoteca. La verdad así tenga un millón de dólares para gastar, no lo gastaría en ir a esos lugares.
No recuerdo que más te dije o si te mande a volar, lo único que recuerdo es que hace algunos meses te vi en una red social. Tienes una relación con una chica que publica todo los días frases empalagosas sobre ti, por las fotos veo que sigues yendo a las discotecas exclusivas de moda. No puedes llevarla a donde ibas cuando te conocí. No sería propio, ahora eres un hombre de mediano éxito que mantiene un estatus de vida.
Me gustaría verte y decirte lo mismo: te has vendido al sistema. Repetirte tus absurdas frases cliché de antaño delante de tu novia y ver tu reacción. Y la de ella también. ¿A cuál Outsider conoció ella? ¿Qué personaje le vendiste? Todos vendemos un personaje, eso ahora lo tengo claro.
martes, 18 de enero de 2011
Mal aspecto
Más de una vez me has dicho que te parece de muy mal aspecto que un hombre camine por la casa con el torso desnudo. Y que te molestaría que yo camine así por la casa que compartiríamos de vivir juntos.
Pero cómo sería vivir contigo no es el motivo para escribir hoy, estoy contento porque vino mi hermano menor después de varios meses sin vernos. Hicimos lo de siempre: parrillada, tomar cerveza y ver fútbol.
Para variar, tengo calor y me quito la camiseta de mi equipo favorito y comenzamos a prender la parrilla, poner la carne y todo lo demás.
Me gusta hablar con él, soy 5 años mayor que él, pero ya no se nota mucho la diferencia como cuando éramos niños.
Hace años me dijo que yo era su mejor amigo y su referente a seguir. Por poco lloro de la emoción, normalmente nadie me diría algo así, no me considero ejemplo de nadie, ando metiéndome en problemas todo el tiempo. Verte feliz con tu esposa embarazada y tu hijo me pone feliz.
Recordamos campeonatos pasados y jugadores del ayer, la primera vez que te llevé al estadio a escondidas de mi mamá, cuando nos cruzamos con una banda rival y tuvimos que coger piedras para ahuyentarlos, cuando puse el cuerpo para que me golpeen a mí y no a ti, el primer campeonato que vivimos juntos. Tantas anécdotas e historias que reviviremos la próxima vez que vayamos juntos a la vieja cancha de nuestro club. La emoción sigue siendo la misma que cuando éramos chicos, pero ahora iremos con tu hijo y con mi hija.
Se parecen mucho a nosotros, también viven y respiran fútbol.
Me pregunto qué me dirías si me ves sin camiseta, con una cerveza en la mano y un cigarrillo en los labios mientras atizamos el fuego.
Lo que se me ocurre es que gritarías mi nombre completo seguido de eres un malaspectoso, que horror.
Todo dicho en el tono de Nana Fine que sacas cuando te molestas conmigo. Eres un malaspectoso, no se puede contigo.
Pero cómo sería vivir contigo no es el motivo para escribir hoy, estoy contento porque vino mi hermano menor después de varios meses sin vernos. Hicimos lo de siempre: parrillada, tomar cerveza y ver fútbol.
Para variar, tengo calor y me quito la camiseta de mi equipo favorito y comenzamos a prender la parrilla, poner la carne y todo lo demás.
Me gusta hablar con él, soy 5 años mayor que él, pero ya no se nota mucho la diferencia como cuando éramos niños.
Hace años me dijo que yo era su mejor amigo y su referente a seguir. Por poco lloro de la emoción, normalmente nadie me diría algo así, no me considero ejemplo de nadie, ando metiéndome en problemas todo el tiempo. Verte feliz con tu esposa embarazada y tu hijo me pone feliz.
Recordamos campeonatos pasados y jugadores del ayer, la primera vez que te llevé al estadio a escondidas de mi mamá, cuando nos cruzamos con una banda rival y tuvimos que coger piedras para ahuyentarlos, cuando puse el cuerpo para que me golpeen a mí y no a ti, el primer campeonato que vivimos juntos. Tantas anécdotas e historias que reviviremos la próxima vez que vayamos juntos a la vieja cancha de nuestro club. La emoción sigue siendo la misma que cuando éramos chicos, pero ahora iremos con tu hijo y con mi hija.
Se parecen mucho a nosotros, también viven y respiran fútbol.
Me pregunto qué me dirías si me ves sin camiseta, con una cerveza en la mano y un cigarrillo en los labios mientras atizamos el fuego.
Lo que se me ocurre es que gritarías mi nombre completo seguido de eres un malaspectoso, que horror.
Todo dicho en el tono de Nana Fine que sacas cuando te molestas conmigo. Eres un malaspectoso, no se puede contigo.
lunes, 17 de enero de 2011
Trigger
Un trigger (o disparador) es un procedimiento que se ejecuta cuando se cumple una condición establecida al realizar una operación de inserción, actualización o borrado. Esta es la definición que aparece en Wikipedia.
No me gustan las computadoras ni los sistemas, pero trabajo en programación. Una programación rudimentaria, pero programación al fin y al cabo.
Hoy no escribiré sobre ti, sino sobre quien estuvo antes de ti.
Tú disparaste mi separación, no eres responsable de ella, pero la disparaste. Contigo cambiamos las condiciones en las que nos veíamos, cambiamos la forma cómo nos tratábamos, cambiamos nuestros planes, aceptaste las condiciones dadas. O al menos eso me dijiste y yo te creí.
Estuviste ahí aunque no estuvieras físicamente, fuiste testigo de cómo se quebraba mi proyecto de vida.
Fuiste la primera, o a lo más la segunda persona, que supo que ella me había pedido que me vaya de la casa definitivamente y que yo había aceptado irme.
Sentí el dolor de separarme de mi hija, la única persona que tiene garantizado mi amor incondicional pase lo que pase y haga lo que haga. Por otro lado, la ilusión de que podíamos comenzar un nuevo proyecto juntos. Juntos, tal y como lo hablamos hace varios años, cuando recién te conocí. La oportunidad de reescribir la historia, de terminar la historia que dejamos trunca por terceros.
Nunca sabré que pasó por tu cabeza ni la primera ni la segunda vez. Quizás miedo, quizás sólo fueron palabras edulcoradas para matar el tiempo, quizás nunca me creiste cuando te dije que no iba a volver con ella, quizás nunca me creíste cuando te decía que te quería.
No quiero problemas dijiste, regresa con tu esposa, ella te quiere y es buena. Tienes que volver a tu casa, no seas estúpido, sentenciaste.
Sólo te fuiste y desapareciste, dijiste que me aleje de ti y lo hice. Me dejaste solo en el momento más duro de mi vida, pero desempeñaste bien tu rol.
Tu rol era ser el trigger, nada más que eso. Disparar la separación y mi divorcio. Después de escribir esto, ya me queda claro.
Todo pasa por algo repetías cada vez que hablábamos y quizás tengas razón.
No me gustan las computadoras ni los sistemas, pero trabajo en programación. Una programación rudimentaria, pero programación al fin y al cabo.
Hoy no escribiré sobre ti, sino sobre quien estuvo antes de ti.
Tú disparaste mi separación, no eres responsable de ella, pero la disparaste. Contigo cambiamos las condiciones en las que nos veíamos, cambiamos la forma cómo nos tratábamos, cambiamos nuestros planes, aceptaste las condiciones dadas. O al menos eso me dijiste y yo te creí.
Estuviste ahí aunque no estuvieras físicamente, fuiste testigo de cómo se quebraba mi proyecto de vida.
Fuiste la primera, o a lo más la segunda persona, que supo que ella me había pedido que me vaya de la casa definitivamente y que yo había aceptado irme.
Sentí el dolor de separarme de mi hija, la única persona que tiene garantizado mi amor incondicional pase lo que pase y haga lo que haga. Por otro lado, la ilusión de que podíamos comenzar un nuevo proyecto juntos. Juntos, tal y como lo hablamos hace varios años, cuando recién te conocí. La oportunidad de reescribir la historia, de terminar la historia que dejamos trunca por terceros.
Nunca sabré que pasó por tu cabeza ni la primera ni la segunda vez. Quizás miedo, quizás sólo fueron palabras edulcoradas para matar el tiempo, quizás nunca me creiste cuando te dije que no iba a volver con ella, quizás nunca me creíste cuando te decía que te quería.
No quiero problemas dijiste, regresa con tu esposa, ella te quiere y es buena. Tienes que volver a tu casa, no seas estúpido, sentenciaste.
Sólo te fuiste y desapareciste, dijiste que me aleje de ti y lo hice. Me dejaste solo en el momento más duro de mi vida, pero desempeñaste bien tu rol.
Tu rol era ser el trigger, nada más que eso. Disparar la separación y mi divorcio. Después de escribir esto, ya me queda claro.
Todo pasa por algo repetías cada vez que hablábamos y quizás tengas razón.
domingo, 16 de enero de 2011
Belladona
Alguna vez nos preguntamos qué somos. No lo sé y tú tampoco. Tampoco sabemos qué seremos, aunque a veces hemos imaginado un futuro juntos.
Desde que te conocí, te traje problemas. No me he dado cuenta, quizás tú también me los trajiste a mí, pero no me importa. Aún quedan cartas por jugar y mantengo mi apuesta.
Belladona. Esa palabra me viene a la mente hace algunos días. Así que me decido y leo sobre esta planta y me entero de que contiene alcaloides que la convierten en una planta venenosa y que mal administrada puede provocar un coma o la muerte.
¿Estaré intoxicado de ti? Será que todo lo que siento es un delirio o alucinación.
¿Apareces y desapareces para controlar mi dosis? Será que tú ya sabías que ibas a causar este efecto en mi.
Desde que te conocí, te traje problemas. No me he dado cuenta, quizás tú también me los trajiste a mí, pero no me importa. Aún quedan cartas por jugar y mantengo mi apuesta.
Belladona. Esa palabra me viene a la mente hace algunos días. Así que me decido y leo sobre esta planta y me entero de que contiene alcaloides que la convierten en una planta venenosa y que mal administrada puede provocar un coma o la muerte.
¿Estaré intoxicado de ti? Será que todo lo que siento es un delirio o alucinación.
¿Apareces y desapareces para controlar mi dosis? Será que tú ya sabías que ibas a causar este efecto en mi.
jueves, 13 de enero de 2011
Me gustas más molesta
Estoy molesta. Deja de reirte. Hoy en la mañana recordé lo último que me dijiste cuando nos vimos. Cuando me llamas por mi nombre completo sé que estás molesta, pero aún así no puedo dejar de reirme. No lo hago con afán de burlarme de tí. Siempre me río cuando me descubren o confieso algo que no debería confesar y termino en aprietos.
Hace mucho años, una persona muy querida me dijo: Tú no te ríes, tú te burlas. Quizás recuerdas que te conté eso y crees que me puedo estar burlando de ti. No es así, por lo menos no me burlo de ti. De la gran mayoría si me burlo, no lo voy a negar, pero de ti no me burlo.
La mueca que haces cuando estas molesta, hace que me gustes más, te molestas y me dan más ganas de abrazarte y besarte. Te veo aún más linda y me gustas aún más.
No te veo desde entonces, no creo que tenga algo que ver tu enfado de ese momento. A veces desapareces. Te extraño y espero que reaparezcas pronto para volver a reirnos juntos, escuchar tu voz, sentir tu nariz fría y tus labios dulces, abrazarte y apretar fuerte tu pequeño y frágil cuerpo hasta que digas ¡ouch!
Y volvamos a nuestra rutina. Hiciste que me gusten las rutinas. Por lo menos una.
Hace mucho años, una persona muy querida me dijo: Tú no te ríes, tú te burlas. Quizás recuerdas que te conté eso y crees que me puedo estar burlando de ti. No es así, por lo menos no me burlo de ti. De la gran mayoría si me burlo, no lo voy a negar, pero de ti no me burlo.
La mueca que haces cuando estas molesta, hace que me gustes más, te molestas y me dan más ganas de abrazarte y besarte. Te veo aún más linda y me gustas aún más.
No te veo desde entonces, no creo que tenga algo que ver tu enfado de ese momento. A veces desapareces. Te extraño y espero que reaparezcas pronto para volver a reirnos juntos, escuchar tu voz, sentir tu nariz fría y tus labios dulces, abrazarte y apretar fuerte tu pequeño y frágil cuerpo hasta que digas ¡ouch!
Y volvamos a nuestra rutina. Hiciste que me gusten las rutinas. Por lo menos una.
miércoles, 12 de enero de 2011
No sé qué hago aquí
Arranco hoja tras hoja de mi cuaderno y a cada hoja la rompo en pequeños pedazos. Deben ser alrededor de las 11 de la mañana, me pregunto qué es lo que hago aquí si tengo cosas más interesantes por hacer.
Sin darme cuenta el pequeño montoncito de papel picado va creciendo y creciendo. Hay un viejo profesor hablando de los inicios de la república, pienso en lo asquerosa que me parece la república actual y si esa época habrá sido tan épica y heroica como la pintan.
Lo peor de todo, es que sí me gusta la historia, siempre me ha gustado, pero no como me la vende este viejo profesor.
Mi compañero de al lado sonríe al ver como el montón de papel picado ya cubre mi pupitre, absorto en mi tarea, sigo picando papel. ¿Cuánto tiempo tomará picar una guía telefónica en papeles pequeños?
No soy argentino, pero me viene a la mente la imagen de la salida a la cancha de Argentina en la final del mundial de 1978, el papel picado cubriendo las tribunas y la cancha, la celebración del Matador Kempes corriendo con los brazos abiertos, no puedo aguantar más la emoción y tiro el papel picado al patio, la brisa se lleva suavemente el papel picado. Trato de ver la trayectoria de cada papel, escucho la voz del viejo profesor gritando mi nombre. Una vez más pienso no sé que hago aquí.
Han pasado 16 años desde esa mañana, hoy estoy sentado en mi trabajo y pienso lo mismo: no sé que hago aquí.
Sin darme cuenta el pequeño montoncito de papel picado va creciendo y creciendo. Hay un viejo profesor hablando de los inicios de la república, pienso en lo asquerosa que me parece la república actual y si esa época habrá sido tan épica y heroica como la pintan.
Lo peor de todo, es que sí me gusta la historia, siempre me ha gustado, pero no como me la vende este viejo profesor.
Mi compañero de al lado sonríe al ver como el montón de papel picado ya cubre mi pupitre, absorto en mi tarea, sigo picando papel. ¿Cuánto tiempo tomará picar una guía telefónica en papeles pequeños?
No soy argentino, pero me viene a la mente la imagen de la salida a la cancha de Argentina en la final del mundial de 1978, el papel picado cubriendo las tribunas y la cancha, la celebración del Matador Kempes corriendo con los brazos abiertos, no puedo aguantar más la emoción y tiro el papel picado al patio, la brisa se lleva suavemente el papel picado. Trato de ver la trayectoria de cada papel, escucho la voz del viejo profesor gritando mi nombre. Una vez más pienso no sé que hago aquí.
Han pasado 16 años desde esa mañana, hoy estoy sentado en mi trabajo y pienso lo mismo: no sé que hago aquí.
lunes, 3 de enero de 2011
No soy de aquí, ni soy de allá
Aprovecho el nuevo año para irme de viaje sin rumbo definido. Estoy cerca del mar que tanto te gusta, aquí a toda comida la sirven con lentejas (aquellas viejas enemigas tuyas), la brisa desordena mi pelo y me recuerda tu desordenado cabello, mis compañeros de viaje cantan canciones que hemos escuchado juntos.
Camino paralelo a la orilla, me sumerjo en el mar de noche a la luz de la luna, escribo palabras sin sentido en la arena.
Unos días más y volveré a mi rutina, pero dentro de esa rutina estás tú. Ahora le encuentro sentido a cabalidad a la frase que más de una vez me has repetido: me gustan las rutinas. Y sí, a mi también me gustan las rutinas.
Camino paralelo a la orilla, me sumerjo en el mar de noche a la luz de la luna, escribo palabras sin sentido en la arena.
Unos días más y volveré a mi rutina, pero dentro de esa rutina estás tú. Ahora le encuentro sentido a cabalidad a la frase que más de una vez me has repetido: me gustan las rutinas. Y sí, a mi también me gustan las rutinas.
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